El bombardeo es constante. En el frontal de las camisetas de varios de los mejores clubes del mundo, antes, durante y después de cada partido de fútbol, también en la tele convencional, no digamos ya en las webs de contenido deportivo, también en las generalistas. Un bono de regalo, el maná. Y el que salía en La piel que habito de Almodóvar nos recuerda que si no apostamos no somos nadie, no disfrutamos la emoción del deporte.

Hasta el propio Job acabaría desesperado con tantos estímulos en la era en la que la paciencia se cotiza tan caro. Uno de mis primeros recuerdos vitales es estar sentado en el regazo de mis tías mientras jugaban a la lotería en alguna reunión familiar. Era una buena forma de aprender los números, pero también, de alguna forma, una iniciación al juego. De ahí igual me venga una vena ludópata. Durante una época, años atrás, aposté con regularidad por internet a eventos deportivos. De algún viaje a Gran Bretaña, a finales del siglo pasado, me quedó esa curiosidad inglesa de la apuesta por casi todo. Un día me llamó mi madre asustada porque había llegado a mi casa una carta con remite desde Gibraltar. Temía que estuviera en un negocio turbio. Era la confirmación de un ingreso de 100 euros en la cuenta del banco desde la casa de apuestas. Operaba (opera, creo) desde el Peñón. Acabé perdiendo los otros 50 que ingresé de primeras y los posteriores bonos-ofertas que utilicé. El hecho de ver un partido totalmente condicionado por la apuesta realizada me llegó a obsesionar. Desde pequeño había disfrutado del deporte. Veía cómo mi padre se alteraba como con ninguna otra cosa cuando su equipo ganaba o perdía. No necesitaba ese estímulo económico. Una vez acertó 12 en la quiniela y no lo vi nervioso.

Alguna vez recuerdo haberle dicho a un amigo, que ahora se saca sus euros apostando, que si me quedara sin trabajo me dedicaría a ello, que creía que se podría vivir de ello con horas de dedicación y cálculos estadísticos. Salen casos contados de partidos amañados. Parece ilógico que los corners sacados en encuentros de Segunda B den o quiten dinero. Mientras tanto, sigo en el periódico escribiendo e intentando informar. Igual mañana meto dinero a que el Unicaja llega a la final de la Eurocup.

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