El Gobierno, sin previo aviso y a mitad de curso, ha decidido que asignaturas como la Literatura Universal no cuenten para obtener nota en Selectividad. Todo lo que no se evalúa tiende a desaparecer. ¿Qué argumentos le daremos al alumno para que estudie literatura universal? Avanza imparable el desmontaje intelectual de nuestra sociedad. No pretendemos que un joven que salga del bachillerato haya leído a todos los clásicos, pero sí que los conozca, que sepa qué escribieron, por qué, a qué época y estilo pertenecieron, qué aportaron, de qué fuentes bebieron, y sobre quiénes desparramaron su legado. Si no los conocen, nunca se acercarán a ellos. Se trata de afinarles la sensibilidad, de tener altura de miras ante las cuestiones radicales de la vida, de darles herramientas para comprender e interpretar el mundo que les rodea, de saber distinguir la buena creación artística de la mala. El ninguneo de esta asignatura -junto a las ya denostadas de filosofía y el resto de humanidades-, y la tergiversación o ideologización de otras como la historia o la ética no hace otra cosa que impedir la educación crítica de ciudadanos libres. A la lógica política les interesamos más manipulables, y a la lógica del mercado, más especializados. Unamuno, que de esto sabía algo más que nuestros gobernantes, decía que "el interés supremo debe ser el de elevar el nivel de cultura general y despertar el gusto por las cosas que dignifican y afinan al espíritu". Pues nosotros, todo lo contrario, a seguir fabricando hombres-masa, perfectos borreguitos de la corrección política; la única esperanza de los más desfavorecidos es un buen acceso a la cultura, que los haga salir con su esfuerzo de la precariedad. Parece que preferimos que sigan jugando a la Play y viendo Sálvame antes que procurarles una cultura que los dignifique. Una pena.

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