Cultura

'Celda 211' se confirma como la gran película española del último año

  • El 'thriller' de Daniel Monzón logra ocho premios, entre ellos los más relevantes · Amenábar, Luis Tosar y Lola Dueñas fueron algunos de los nombres propios en la gala de la reconciliación de Almodóvar con la Academia

Celda 211, de Daniel Monzón, cumplió con las expectativas y se convirtió en la ganadora de los XXIV Premios Goya, en una gala que apostó con acierto por el directo, con un experto en la materia como Andreu Buenafuente, y en la que Penélope Cruz, Javier Bardem y Pedro Almodóvar (a quien la Academia reservó el momento más importante, el anuncio de la mejor película) atrajeron todas las miradas. El thriller carcelario de Monzón, mejor director del año, favorece la composición de personajes y vehicula el lucimiento de sus actores, como así ha sabido valorar la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, que convirtió en ganadores a tres de sus cinco intérpretes candidatos (Luis Tosar, actor protagonista; Alberto Ammánn, revelación; y Marta Etura, actriz de reparto).

Además del milagro de la reconciliación de Almodóvar con la Acadamia, la gala también consiguió lo que hasta ahora no había logrado ni la áurea seducción de un Oscar: ver a Javier Bardem y Penélope Cruz acudir juntos, como pareja, a un evento estrictamente cinematográfico. Una vez comenzada la ceremonia, ambos aparecieron unidos en las butacas del Palacio Municipal de Congresos de Madrid y la actriz madrileña subió al escenario al inicio de la noche para dar el Goya a mejor actor secundario a Raúl Arévalo, quien se impuso, contra todo pronóstico, a Ricardo Darín, Carlos Bardem y Antonio Resines por su papel en Gordos, de Daniel Sánchez Arévalo.

Bardem hizo lo propio con el galardón al mejor actor protagonista, que recayó en Tosar. Lola Dueñas, merecedora del premio a mejor actriz protagonista, venció al trío de intérpretes internacionales, Rachel Weisz, Maribel Verdú y Penélope Cruz. Con Yo, también, una película con producción sevillana, repitió el éxito de su Concha de Plata en San Sebastián y recordó a los directores de la cinta, Antonio Naharro y Álvaro Pastor, "por cambiar la vida de una actriz", además de compartir a medias el premio con su compañero de reparto, el malagueño Pablo Pineda.

El músico Alberto Iglesias salvó la honra de Los abrazos rotos, de Almodóvar, al lograr su único galardón de la noche, mientras que Ágora, de Alejandro Amenábar, no defraudó al arrasar en el apartado técnico y lograr en total siete victorias, entre ellas efectos especiales, fotografía y dirección artística, además de mejor guión original, firmado a medias entre el director y su fiel Mateo Gil.

Otra de las favoritas, la argentina El secreto de sus ojos, de Juan José Campanella, logró el Goya a la mejor película hispanoamericana y el de actriz revelación -para una ausente Soledad Villamil, con más de 20 años de experiencia a sus espaldas por cierto-. La cinta, dos horas de suspense emocional, es candidata al Oscar de habla no inglesa y prolonga así el largo idilio con España del director, que se inició en 2001 con El hijo de la novia.

Tal y como había prometido, Andreu Buenafuente honró al cine haciendo la mejor televisión. Fue un espectáculo en directo, por vez primera en años, y sin cortes publicitarios en el que tuvo a Santiago Segura como compañero de bromas. Gracias a los efectos especiales de la oscarizada compañía española Next Limit Technologies, quedó empapado por un tsunami e interactuó con el conocido personaje de animación Pocoyó. El presentador catalán comenzó su intervención con uno de sus habituales monólogos, en el que dirigió sus bromas a la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, a las ausencias de Almodóvar y Ricardo Darín, o a la calva de Antonio Resines.

En ausencia de Antonio Mercero, aquejado de alzhéimer, sus hijos agradecieron el Goya de Honor concedido al cineasta y aseguraron que lo celebrará bebiendo champán y viendo su película favorita, Cantando bajo la lluvia.

Palabras alentadoras dirigió en su discurso De la Iglesia, que repitió insistentemente la palabra humildad en su discurso. "Nos encanta nuestro ombligo -aseguró-. Pero antes de todo somos trabajadores. Este año ha sido uno de los mejores, pero el siguiente tiene que ser todavía mejor. Los primeros que tenemos que arrimar el hombro somos nosotros. Yo ruedo mañana, así que no me quedo a los canapés", dijo el presidente de la Academia del Cine.

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