Crítica de Cine

'La Madriguera' de Kurro González

Cartel de la película 'La Madriguera'.

Cartel de la película 'La Madriguera'.

La madrigueraHHHH

Psico-Thriller, España, 2016, 102 min. Dirección: Kurro González. Intérpretes: Francisco Conde, Adriana Torrebejano, Cristina Castaño, Carlos Santos y Javier Mora. Guión: Kurro González y Francisco Conde. Fotografía: Alberto Muñoz. Directora de producción: Estela Torres.

No recordaba la última vez que salí del cine sin la sensación de que el cine había cogido la malsana costumbre de rellenar cada maldito segundo con conversaciones banales y la necesidad de explicar hasta la menor de las sutilezas. Harto de películas dónde la historia sobre- enrevesada, los efectos visuales y el sonido importan más que sus personajes, que se convierten en elementos insustanciales, me encuentro con toda una clase de lo que el cine debería seguir siendo.

La Madriguera del director Kurro Gonzalez, no siente la necesidad de rellenar cada instante de explicaciones absurdas, sino que deja respirar a la película cumpliendo con el mayor mandamiento del séptimo arte: Muestra, no cuentes. Aquí una lágrima en la mejilla tiene la importancia que merece, porque la película y su tratamiento se lo permiten. Estamos ante el puro reflejo de emociones contenidas y sentimientos guardados en un aliento. En La Madriguera asistimos a todo un concierto melódico de pequeños elementos que componen, no sólo la historia, sino las emociones que ella contiene.

La trama nos pone en la piel del contraste entre un escritor, que ha hecho de su pequeño hogar todo su mundo, y una joven ayudante con grandes aspiraciones, que es contratada para animarlo con su nuevo libro.

Esta sencilla premisa se convierte en toda una coctelera de emociones, cuando nuestro escritor, interpretado por el descubierto Francisco Conde, siente la ansiosa necesidad de impedir que la joven se vaya de la casa por todos los medios. En este momento comienza toda una lección de lo que dos personajes opuestos pueden embellecer una historia, si se dirigen con talento.

Una majestuosa tensión, que te tiene atento a la historia, mantenida con silencios y juegos de sombras. La madriguera nos acoge y se convierte también en nuestro hogar. De repente es lo único que conocemos y que nos hace sentir cierta paz, es decir empatizamos con nuestro escritor, llegando a temer que pudiésemos llegar a ese punto en nuestra vida.

Producida por la joven productora 32historias, la película apuesta por unir terror, angustia y drama en un metraje lleno de matices que atraen en cada uno de sus elementos.

Los personajes tenían en sus manos una dura responsabilidad, pues el guión de Kurro González estaba dispuesto para ser escaso en palabras y abundante en silencios que cubrir con interpretaciones. Y esto es un trabajo complicado, pues por una parte es responsabilidad de los actores, que no pueden apoyarse en palabras, sostener el personaje; y por otra parte, el director, como el maestro de la mayor de las orquestas, debe asegurarse de que los silencios estén compuestos de pasión a través de la entrada correcta de todos sus pequeños instrumentos.

La interpretación de Francisco Conde, que hace un trabajo soberbio en lo que para mí, con sinceridad, es toda una sorpresa. Sin embargo se ajusta a la perfección al personaje creado por Kurro González, que viste Francisco Conde como si fuese un papel hecho por y para él. Mi mayor reconocimiento para nuestra otra protagonista, Adriana Torrebejano, la ayudante que todo escritor desearía, y que te hace de su equipo desde su primer plano. Convirtiéndose en reina de la actuación de las pequeñas cosas, creando una combinación de gestos que representan a la perfección la angustia y el sufrimiento contenido, para en ningún momento dejar de demostrar valor. Y por último, y creedme no menos importante, Cristina Castaño que en pocos minutos, representando su transición a nuevos registros, te muestra lo que una mirada y un micro-gesto en sus labios pueden llegar a decir.

Mis felicitaciones a la dirección de Kurro González, sus gustos, estilo y derroche de personalidad, que ha repartido por cada rincón de la madriguera. Demostrando que si todo camino es importante, no hay mejor que empezar con buen pie. En conclusión, La Madriguera contiene todo lo que deberías aprender del cine, pues es un manual vivo de mezcla de elementos y estilos en plena armonía.

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