Cultura

Silencios y palabras en 'La piedra oscura', una obra que evoca a Lorca

  • Daniel Grao y Nacho Sánchez dieron una lección de interpretación el sábado en Roquetas

Daniel Grao y Nacho Sánchez durante una escena de la obra 'La piedra oscura'.

Daniel Grao y Nacho Sánchez durante una escena de la obra 'La piedra oscura'. / diario de Almería

La piedra oscura, una obra de Alberto Conejero, ganadora de 5 premios Max 2016 llegó el pasado sábado al Teatro Auditorio de Roquetas de Mar. Más de 800 personas asistieron para disfrutar de un gran texto y la interpretación de dos grandes actores como son Daniel Grao y Nacho Sánchez.

En el texto se aúnan tensión dramática y pulso poético para levantar interrogantes sobre la naturalización del pasado más reciente y el destino de los olvidados en las cunetas de la Historia.

Unas 800 personas estuvieron el sábado en el Teatro Auditorio disfrutando de la obra

Toda la acción a lo largo de más de una hora se desarrolla en una habitación de un hospital militar cerca de Santander; dos hombres que no se conocen y que están obligados a compartir las horas terribles de una cuenta atrás que quizá termine con la muerte de uno de ellos al amanecer.

Un secreto envuelto en remordimientos y un nombre que resuena en las paredes de la habitación: Federico García Lorca. Queda tan sólo la custodia de unos documentos y manuscritos como último gesto de amor.

Inspirada en la vida de Rafael Rodríguez Rapún (estudiante de Ingeniería de Minas, secretario de la Barraca y compañero de Federico García Lorca en los últimos años de sus vidas), 'La piedra oscura' es una vibrante pieza sobre la memoria como espacio de justicia y también sobre la necesidad de

En La piedra oscura es tan importante la palabra como los silencios. Algunos silencios son muy significativos y provocar en el público una emoción. En la primera escena de la obra, Sebastián, un joven que aún no ha cumplido 18 años, rememora el momento en el que en su pueblo salen a recibir a la aviación italiana. Sin embargo, los italianos empiezan a bombardear y el joven ve morir a su madre bajo el "fuego amigo" y huye sin dirección clara.

Después de este gran monólogo inicial, ya en la segunda escena, está Rafael y Sebastián en la habitación de lo que parece ser un hospital militar o un presidio, en algún lugar del norte de España, cerca de Santander.

Rafael Rodríguez Rapún, teniente de artillería republicano, ha sido trasladado allí después de haber sido herido y está siendo custodiado por Sebastián, ahora convertido en soldado y firme defensor de las consignas de los sublevados.

Sebastián tiene prohibido hablar con el prisionero y en un primer momento rechaza la conversación que Rafael intenta mantener. Ante la amenaza que supone este intento de acercamiento, Sebastián avisa a los superiores y Rafael es torturado.

Luego en otra escena y ante la inminencia del fusilamiento al amanecer tras un simulacro de tribunal, los dos hombres van encontrándose en la desesperación de esa cuenta atrás. Rafael realiza una confesión a Sebastián y le pide un último favor: que rescate unos papeles y grabaciones que son las últimas obras de Federico García Lorca.

Para Rafael es muy importante que no se pierda lo que considera un legado para la posteridad y una deuda personal con García Lorca.

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