Flamenco

'Sobrellevé', la cara melódica de un cantaor ortodoxo

  • Ezequiel Benítez reúne cante antiguo junto a composiciones propias en su primer CD

El cantaor se presenta con las mangas remangadas luciendo en su antebrazo derecho un vistoso tatuaje en el que conjuga un pretérito indefinido en primera persona: Sobrellevé. Es el nombre de su primer disco en el que recoge esta canción que también fue su primera composición. Una hermosa balada que cantó primero India Martínez y, posteriormente, Malú, pero a la hora de componer su primer disco, Ezequiel no la ha querido dejar de lado. Representa mucho musical y personalmente: no oculta que es la historia de un desamor sobrellevado con tanto orgullo como para poderlo cantar como lo hace, con todo el sentimiento del creador.

Esta canción es tan sólo una de las que, junto al cante antiguo por el que se le conoce, se integran en su primera grabación. En ella, el cantaor jerezano, nacido accidentalmente en Cádiz en 1979, ha querido reunir su lado más ortodoxo con la vertiente musical que lleva dentro. "Me siento músico", declara. Una afirmación que no sorprende de un artista que se ha creado y educado en el amor y el respeto al flamenco y a la música en general. "En casa somos muy sensibles con la música y mi padre siempre me educó en una línea de trabajo y sacrificio". Él es, Alfredo Benítez, un reconocido aficionado jerezano al que se le respeta tanto por su largo conocimiento como por su modesta actitud. Considerado como uno de los más grandes expertos en flamenco del país, de joven fue buen tocaor de acompañamiento figurando entre los intérpretes de la grabación La nueva frontera del cante de Jerez de 1973. Con él de mentor, Ezequiel dice haber tenido la experiencia real de lo que se da en llamar tradición oral. En la casa paterna pudo, desde pequeño, escuchar a alguno de los grandes y a los representantes de la nueva generación que acudían en busca de consejo. "Yo lo veía enseñar y me quedaba embobao", recuerda. "Tiene algo especial, nunca ha cobrado por nada".

Además de amor y respeto hacia el flamenco, Ezequiel también contabiliza como una enseñanza primordial la búsqueda de un sello propio. "Aunque yo sueno a los antiguos, siempre hemos tratado de no sonar a nadie. En casa, cogíamos a un artista y a otro, pero siempre se evitaba copiar". Y ¿qué artistas eran esos? "Los grandes -responde-, Tomás Pavón y La Niña de los Peines, Manuel Torre, Tío Borrico… Carbonerillo nos ha gustado mucho. También hubo una época de Chacón, la malagueña me llevó no se cuánto tiempo, e incluso de Vallejo". "De todos ellos -continúa- tomábamos cosas y lo transformábamos a nuestra forma de ver el flamenco. Y yo creo que se nota, que nunca he hecho copias". La demostración está en los seis cortes plenamente flamencos que contiene la grabación: soleares, seguiriyas, alegrías, cartagenera, fandangos y bulerías.

El lado compositor de Ezequiel también tiene que ver de alguna forma con su padre, quien le aconsejó que estudiara guitarra, no para dedicarse a tocar profesionalmente, sino porque le ayudaría en su carrera. Afectivamente, así ha sido, y el cantaor reconoce que es el instrumento del que se sirve para componer. Una curiosidad de ese aspecto creativo suyo es su afición por los estilos del carnaval gaditano: en esa clave ha compuesto algún que otro repertorio siendo, además, el pregonero de la pasada edición de la fiesta en Jerez. "Me encanta y me lo paso muy bien", declara.

La grabación de Sobrellevé -editada finalmente por Almoukri Records- se ha hecho esperar más de lo deseado. Comenzada en 2005, la repentina muerte del productor Diego Ibáñez la ha retrasado hasta hace un par de meses. Entretanto, el cantaor ha residido en Madrid y se ha fogueado por escenarios internacionales, con lo que considera que la obra ha ganado en madurez. "Sé que a mucha gente le puede sorprender porque desconocen mi lado musical, pero el disco soy yo", concluye.

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