cine

Un error histórico

  • La confusión en torno al Oscar a la Mejor película eclipsa las críticas de Hollywood a Trump durante la gala.

Un clamoroso error a la hora de anunciar la ganadora de la estatuilla a la mejor película eclipsó una edición de los Óscar que, hasta ese desgraciado colofón, estuvo marcada por las críticas de Hollywood al presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Tras una temporada de premios de alto contenido político, se esperaba que la 89 edición de los Óscar estuviera repleta de reproches al polémico magnate y sus controvertidas políticas, en especial las migratorias. Los pronósticos se cumplieron y durante las casi cuatro horas que duró la gala se escucharon los dardos a Trump de un acertado e inspirado Jimmy Kimmel como maestro de ceremonias, y de artistas como Barry Jenkins o el mexicano Gael García Bernal.

Con lo que nadie contaba, en cambio, fue con el desastroso final en el que Faye Dunaway y Warren Beatty proclamaron como vencedora al musical La La Land cuando en realidad la ganadora era Moonlight. La escena sobre el escenario del teatro Dolby fue esperpéntica y en minutos se pasó de la exultante de alegría de los productores de La La Land, que ya habían comenzado sus discursos, a la estupefacción e incredulidad del público justo antes de que el equipo de Moonlight recibiera su premio.

Antes de ese instante que oscureció toda la ceremonia, Trump fue el protagonista omnipresente de unos Óscar con mucho sabor político, que, no obstante, comenzaron de manera muy festiva con Justin Timberlake cantando Can't Stop the Feeling! entre el público para dar la bienvenida a Kimmel.

"Esta retransmisión la están viendo en directo millones de estadounidenses, y en todo el mundo en más de 225 países que ahora nos odian", atacó Kimmel desde el comienzo. "Y quiero decir gracias al presidente Trump. ¿Os acordáis cuando el año pasado parecía que los Óscar eran racistas? Eso se acabó, gracias a él", afirmó con ironía.

El humorista, con un estupendo ritmo y afilada gracia, también se hizo eco de la polémica entre Meryl Streep y Trump, después de que la intérprete le criticara en un durísimo discurso en los Globos de Oro y que el presidente estadounidense le respondiera menospreciando su talento. "Todos, uníos conmigo para darle a Meryl Streep una ovación totalmente inmerecida", señaló con sarcasmo Kimmel después de hablar del "sobrevalorado" trabajo de la legendaria actriz.

Otro de los instantes destacados fue cuando Kimmel, preocupado porque Trump no hubiera tuiteado nada durante la ceremonia teniendo en cuenta su gusto por las redes sociales, escribió en directo un mensaje en Twitter, rebotado por más de 200.000 personas, preguntándole si estaba "por ahí".

En tono mucho más serio, el director de Moonlight, Barry Jenkins, dedicó el Óscar al mejor guion adaptado a todos los que no creen que "no haya un espejo para ellos". "Y en los próximos cuatro años (la legislatura en EE.UU.), no os dejaremos solos ni os olvidaremos", afirmó.

Por su parte, el director iraní Asghar Farhadi, ausente en la gala para protestar contra Trump, indicó en un comunicado leído tras su victoria al Óscar a filme extranjero por El viajante que lamentaba no estar en Los Ángeles, pero señaló que lo hizo "por respeto" a los siete países "ofendidos por la ley inhumana que prohíbe la entrada de inmigrantes a Estados Unidos".

En unos premios con escasa presencia latina, fue el mexicano Gael García Bernal, presentador de uno de los galardones, quien alzó la voz: "Como mexicano, como latinoamericano, como trabajador migrante, como ser humano, estoy en contra de cualquier tipo de muro que nos quiera separar". Tarell Alvin McCraney (Moonlight) reivindicó la diversidad sexual, mientras que el equipo del documental O.J.: Made in America recordó a las víctimas de la brutalidad policial.

Respecto a la cara más cómica de la gala, los asistentes disfrutaron de comida caída del cielo en pequeños paracaídas mientras que Kimmel ofreció una edición especial de su sección televisiva en la que famosos leen mensajes en Twitter en su contra. 

Por otro lado, el comediante instó a que la gente se una pese a las diferencias, y predicó con el ejemplo tratando de solucionar sus problemas con Matt Damon, su particular enemigo y con quien ha protagonizado durante años un hilarante dúo cómico en su show televisivo. Kimmel se mofó de los trabajos de Damon en filmes poco afortunados como Un lugar para soñar (2011) e incluso dirigió a la orquesta para que callara a Damon cuando trataba de presentar un premio.

Además, Kimmel gastó una broma a un grupo de turistas que recorría Los Ángeles en autobús al introducirlos, sin decirles nada, en plena ceremonia de los Óscar. Una gala en la que también hubo un curioso detalle argentino: el del actor Viggo Mortensen mostrando el banderín de su equipo de fútbol favorito, el San Lorenzo de Almagro.

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