Festival de Teatro de El Ejido

La familia y la nariz de Berto protagonizan su monólogo

  • El homorista y 'sobrino' de Buenafuente actuó en la Carpa de la Plaza Mayor con un lleno absoluto y el público quedó encantado pos las ingeniosas historias del cómico

Totalmente de negro, con unas gafas de cristal y con un humor gamberro. De esta forma, llegó Berto Romero, popularmente conocido como Berto, a la Carpa de la Plaza Mayor levantando gran expectación entre los todos los presentes. Familias enteras se acercaron el sábado por la noche para ver al Sobrino de Buenafuente en La apoteosis necia.

Jóvenes y mayores eran los que llenaron el espectáculo. La Carpa presentó un lleno absoluto, muy pocas butacas quedaron vacías.

Tres premisas era lo que ofrecía Berto al comienzo de su monólogo: “Pertenece al público, es una obra de cachondeo, no es La casa de Bernarda Alba y es de tipo inteligente”.

El humorista fue entrando poco apoco en terreno con el público y al principio explicó en qué consistía lo que allí iban a presenciar. Hizo una analogía con los pasajes bíblicos y ofreció su particular visión de la vida de Jesucristo.

Tras la introducción bíblica durante unos minutos y las carcajadas de todo el público, que no dejaron de reír en ningún momento, comenzó el espectáculo en sí.

Con una canción cómica y unos pasos de baile un tanto burlescos, el humorista causó borbotones de risas entre todas las personas que acudieron a la Carpa.

Su familia fue la excusa perfecta para empezar a contar un monólogo que no dejó títere con cabeza en ninguna de las historias que relató.

La forma de hablar de su padre o el problema asmático de su abuela eran algunos de los apuntes que provocaron algunos momentos únicos en la noche del sábado. Aunque no sólo su familia fue objetivo de sus bromas, sino que él mismo formó parte de algunas de las ingeniosas historias que trasladaba al público.

Su nariz fue motivo de bromas. Una de las historias que contó es que al nacer esa parte del cuerpo fue la culpable de que a su madre le hicieran la cesárea: “Las enfermeras se pensaban que había nacido un alien”.

También, explicó la poca inteligencia de algunos de los integrantes de su familia: “Mi abuelo era muy tonto”. Según, el humorista yayo tenía muchas ganas de trabajar de guardia de seguridad y comenzó a hacerlo el 23 de febrero de 1981 en el Congreso de los Diputados.

En una de las canciones que interpretó el cómico se tiró por los suelos y empezó a rodar para darle más emoción, intentado emular a un artista que baile break dance.

Luego comenzó a hablar sobre algunas de las profesiones que él no ha realizado porque su padre se lo desaconsejó. Una de ellas era la de medicina. Según su progenitor tenía la letra muy bonita y, por eso, era imposible que ejerciera esa profesión. Cuando el humorista emulaba a un médico firmando parecía que tenía un demonio dentro. Llegó a escupir en el escenario asegurando que no había suficiente dinero para los efectos especiales “Son un poco artesanales”.

Otra profesión que relató fue la de albañil. Su padre le dijo que no era su futuro porque él no sabía piropear a las mujeres. En el monólogo contó que se apuntó a una escuela para aprender la profesión: “Sacábamos la cabeza por la ventana y piropeábamos a unas chicas que había en la calle”.

Todo el espectáculo fue en clave de humor. Desde la introducción hasta las historias que contó pasando por las propias canciones que interpretó.

Al final de la actuación, Berto interpretó las tomas falsas de las casi dos horas de espectáculo. En ese momento, la gente como ocurre en el cine se levantó de sus butacas porque se pensaba que ya había acabado. Al ver que no era así algunos quedaron de pie y otros volvieron a su butaca.

Berto tuvo una actuación estelar en la noche del sábado. No defraudó a las personas que fueron a verlo porque la carcajada fue continua durante la actuación. Recibió una fuerte ovación.

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