El monólogo es uno de los géneros escénicos más complejos del teatro. El actor, desnudo, se enfrenta al público con el único recurso de la palabra. En Malvados de Oro, el actor Daniel Albaladejo declama un acertado monólogo en el que viaja hasta los siglos XVI y XVII para sacar lo peor, o quizás lo mejor, de los villanos del Siglo de Oro, y lo realiza de una forma muy verosímil, cercano, e incluso dialogando con el público, y añadiendo pícaros comentarios sobre los oscuros de hoy en día. De esta manera, el viernes se presentó en el Teatro Apolo un paisaje de malvados de la vida y el escenario, y donde hasta revivió el anticristo de Calderón. Una hora en la que la prosa y el verso centraron las miradas del público.

En la puesta en escena se nutre de apenas un espejo y pequeños ropajes que sirven para caracterizar a cada uno de los malvados, que en realidad no son más que la fotografía de la mala gente que habita, y abusa, en el mundo, pues la sociedad también es un intenso teatro. Los malvados tienen su atractivo, y Daniel Albaladejo sabe pasear por el alambre que existe entre el bien y el mal. Como afirma en los últimos instantes de la obra, "los malvados también forma parte de nuestro interior".

Malvados de Oro es teatro auténtico, creado desde las entrañas, con un actor que, como afirmó en la presentación del proyecto, ha cambiado sus hábitos de vida, ha perdido 16 kilos y dejado de fumar (mejor para su salud) para poder interpretar este serial de personajes oscuros que requieren un enorme esfuerzo físico e intelectual.

Brillante cómo es capaz de viajar en el tiempo, caracterizarse en un personaje, y al instante saltar a la realidad del Teatro Apolo y dialogar con el público.