Cultura

"Nunca olvidaremos la visita que nos hizo John Galliano"

Primero fue en los Remedios y después, en el Barrio de Santa Cruz. El hecho es que el nombre de Lina se ha entretejido con el de la propia ciudad de Sevilla tras años de esculpir su arte, a golpe de volante, en los cuerpos de las mujeres que han visitado su taller. Una vez que se retiró la buena aguja de la matriarca, Rocío y María del Mar continuaron ennobleciendo este oficio que les viene por herencia y vocación.

-Pilar Vera nos comentó que su amor por la costura creció frente a los cristales del escaparate de Lina. ¿Vuestra historia es así?

-Si no idéntica, es muy similar. (Risas). Nos criamos en este taller dibujando trajecitos para los recortables mientras mi madre cosía. Era como un juego para nosotras y al final, acabó convirtiéndose en un oficio.

-Ahora que se lleva tan a gala eso de "innovar" en la moda flamenca, vuestra marca se ha convertido en un ejemplo de clasicismo. ¿Es que ya no se hacen trajes como los de antes?

-Hay cosas que no deberían cambiar. Las clientas que tenemos, son fieles al estilo que impuso mi madre hace cincuenta años y eso quiere decir que, de alguna manera, estamos haciendo las cosas bien. De todas maneras sí que tratamos de ir parejas a los tiempos e incorporamos variaciones todos los años.

-¿Hay algún cambio que no se pueda permitir este vestido regional?

-A un traje de flamenca no le puedes quitar lo imprescindible, que son los volantes. Es como si a la feria le quitaran los farolillos. Todo lo demás está permitido. Eso sí, a la hora de diseñar un vestido debería tomarse en cuenta la forma y el uso. Un 'traje de gitana' tiene que servir para bailar durante horas, sentarte en las casetas y hasta en los 'cacharritos' si hace falta. Por eso, lo mejor que te puede decir una clienta es que no se quería quitar el vestido del cuerpo.

-Tal y como lo cuentan parece que diseñar un vestido es prácticamente arquitectura...

-Es que es así. Y hasta "meteorología", si me apuras. (Risas). Nosotras tenemos que estudiar el peso de la tela y repartirlo en los distintos cortes de volantes, para que no cueste levantar el vestido.

Además, antes de empezar a dibujar una nueva colección, hay que tener en cuenta la fecha en la que caerá la feria porque, en un año como éste, hay que llevar mangas largas y mantoncillo, que todavía hace frío.

-¿Coinciden con Balenciaga en que la calidad de un traje se ve por las costuras?

-¡Claro que sí! Eso, traducido al lenguaje del sur, sería aquello de "¡Mira que traje más bonito! Y eso que no tiene nada...". Seguramente la costurera se haya llevado horas trabajando en ese vestido, pero lo fundamental es que produzca ese efecto, que caiga bien. Eso sólo se consigue a base de pruebas.

-Ya que hablamos de maestros de la aguja, John Galliano visitó vuestro taller hace justo un año. ¿Cómo recuerdan aquella experiencia?

-Fue algo irrepetible y por muchos personajes ilustres que se pongan en nuestras manos, nunca olvidaremos su visita. Varios meses antes vinieron a nuestro taller dos relaciones públicas de la casa Dior y nos anunciaron la visita de "alguien muy importante de la firma". Sin embargo, no supimos que se trataba de John Galliano hasta ese mismo viernes, antes de feria, cuando lo vimos plantado en nuestra puerta.

-¿Qué representa Isabel Pantoja para esta casa?

-Ella, Joaquín Cortés y la japonesa Yoko Komatsubara se han convertido en los grandes embajadores de la marca. Gracias a ellos, nuestras batas de cola se han paseado por medio mundo. Lo más bonito es que llevamos tanto tiempo cosiéndoles que, algunos como Isabel, nos dan la fecha y el repertorio del concierto y ya sabemos que hay que hacer.

-¿Recuerdan ustedes cuando su madre vestió de flamenca a la Reina Sofía y a Grace Kelly?

-Ella lo recuerda mejor que nosotras . (Risas). El encargo vino de parte del Ayuntamiento de Sevilla y no tuvimos la suerte de ver a Doña Sofía en este taller. Fue mi madre la que se desplazó al Alfonso XIII para hacerle las pruebas.

-Otro de los honores que les corresponden, es una nominación a los Goya. ¿Se les quedó mal sabor de boca por no llevarse al final la estatuilla?

-Nos conformamos sabiendo que Isabel se lució como nunca en Yo soy ésa. Ahora acabamos de hacerle una bata de cola a Ariadna Gil para Sólo quiero caminar y ¡está guapísima!

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