Cultura

Los paisajes y las marinas de Julio Visconti llegan a la galería Argar

  • El acuarelista a sus 92 años vuelve esta noche a inaugurar a las 20 horas una exposición con temática muy variada

El gran acuarelista almeriense Julio Visconti inaugura mañana jueves, 21 de noviembre a las 20 horas una exposición en la galería de Arte Argar. En esta ocasión, el genial pintor vuelve a deleitar a la legión de seguidores desde hace años con una serie de acuarelas de paisajes e interiores, aunque se ha centrado en una serie de paisajes de la provincia, aunque no falta alguna Chanca que ha pintado después de muchos años gracias a los apuntes que hizo hace tiempo.

A sus 92 años, Visconti se ha convertido en una referencia de la acuarela a nivel nacional. La crítica de arte, María Carmen Fernández de Capel sostiene cuando habla de la obra de Visconti que "todas las personas son libres ante el mundo, y ponen sus energías por conseguir lo que quieren. Unos eligen el poder, otros siempre lo material, hay quien sólo prefiere la sensación del triunfo, muy pocos apuntan por la búsqueda de la belleza, que está para el que sabe ver en lo que le rodea: luces, colores, persona, y un sinfín de cosas por observar".

"Aunque ya no pinto al ritmo que lo hacia antes y salgo mucho menos continuo pintando cada día. No sé hacer otra cosa, me siento feliz con la acuarela y mientras pueda seguiré pintado", confiesa. A la galería Argar, su galería de toda la vida, ya que desde que estaba Cantón Checa, todos los años Visconti hace su exposición en este gran espacio expositivo en pleno centro de la capital.

Julio Visconti Merino nace en Fiñana en junio de 1921. Después de otras disciplinas, inicia sus estudios artísticos en la Escuela de Artes de Almería con Juan Cuadrado Ruiz. En 1945 se traslada a Madrid, estudiando escultura con el veterano y laureado maestro valenciano Ramón Mateu Montesinos, quien, según el pintor, influye mucho en su carrera y vida artística.

En 1962 tuvo su primer encuentro con la acuarela, ingresando en dicho año en la Agrupación Española de Acuarelistas, en la calle de Libreros, de Madrid, en donde se dedicó, a partir de entonces, a practicar incansablemente este procedimiento de la pintura al agua. Los años setenta fueron de plenitud creativa, con una pintura al agua sólida, y desprendiendo una luz cegadora, la misma que muestra en sus paisajes de pueblos, marinos, etc.

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