Cultura

La fértil relación entre Clara Janés y Eduardo Chillida

  • Siruela reedita a un precio asequible 'La indetenible quietud', con grabados del artista vasco y poemas de la catalana

La amistad artística que surgió entre Eduardo Chillida y Clara Janés dio como fruto La indetenible quietud, obra compuesta por grabados del escultor y poemas de la escritora, versos que diez años después vuelve a publicar Siruela.

La indetenible quietud. En torno a Eduardo Chillida, recoge también una entrevista con el artista, artículos, conversaciones y cartas manuscritas que "forman un conjunto que está muy bien", señala en una entrevista su la autora, que reconoce que su mente ha tardado mucho en darse cuenta que podía formar este conjunto.

El libro se divide en dos partes. La primera está dedicada a los 32 poemas de La indetenible quietud y la segunda, bajo el título Sondas al infinito, al material que aporta la autora sobre su relación con el escultor.

"Esta división hace que este material no distraiga de la poesía. Fue una iluminación recoger todas las cosas que había escrito sobre Chillida", señaló Janés, quien recuerda con especial emoción el artículo que escribió en 1989 después de ir a conocer junto con Antonio López el monumento Elogio del horizonte en Gijón.

La autora aporta también al libro algunos poemas escritos anteriormente a La indetenible quietud que son "muy diferentes porque en ellos me fijo sobre todo en la materia, en el barro, la porcelana, el alabastro".

Muchos años después de que Chillida y Clara Janés se conocieran, la escritora recuerda que La indetenible quietud, edición de alto costo de 100 ejemplares publicada en 1998, surgió de su admiración por la obra de Chillida, al que conoció en una exposición en 1973.

"Me gustaba mucho una de las esculturas y como la galería estaba muy cerca de mi casa, todas las mañanas iba a verla. Curiosamente, por las mañanas no había nadie, pero estaba él. Empezamos a hablar y nos entendimos muy bien en materia de creación".

La escritora, traductora y poeta, a quien sorprendió la naturalidad de trato de Chillida, cree que la identificación absoluta que tuvo con aquella escultura no se produce porque sí. "Algo hay en la persona que lo ha hecho que tiene mucho que ver contigo. Hay unas comuniones que son reales, que están aparte, en la misma esencia de las personas", dice.

Cree que no es baladí el hecho de que a ella de niña le hacían dormir con un concierto de Bach, "y Chillida con el artista que se identifica claramente es con Bach". "Lo que él hace es muy similar con el compositor, son elementos que se van repitiendo, que son parecidos y distintos a la vez, una fuga sin fin", continúa la poeta.

Recuerda también cómo el escultor le contaba que ante una obra "lo primero que notaba era el aroma, que no sabía muy bien lo que era pero que se acercaba". "Se sentía como león enjaulado hasta que empezaba a hacer la obra". Pasado un tiempo, cuando Janés vivía en París, experimentó la misma sensación que Chillida le había explicado, fruto de la cual nació el libro de poesía Kampa. "Pensé que se lo tenía que dar a conocer, me inventé un librito y se lo envíe con un casete dentro".

Al cabo de un tiempo se volvieron a reencontrar en Madrid y el artista le propuso hacer un libro juntos. A partir de ahí los encuentros se sucedieron "pero el libro no se hacía". "No importaba. Pensé que lo importante era esa amistad artística muy fuerte y bella que había surgido", dice Janés. Alrededor de diecinueve años después, el libro vio finalmente la luz. "Quizá hicieron falta todos esos años para que yo llegara a entrar en los motivos interiores de la creación de Chillida".

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