Soriano, Juanito, Cabellud, Andrés Fernández. Todo el equipo técnico y la comisión deportiva ha sido fulminada por la mano gobernante en la UD Almería: su presidente Alfonso García. Tarde y mal, para variar. El mismo presidente que este verano decidía darle todo el poder de la confección de la plantilla al entrenador y a una dirección deportiva improvisada, ante la falta de capacidad para contratar a un director deportivo de nivel. Lo del pasado domingo, después de la enésima derrota vergonzante, viene a ser, ni más ni menos, que desmontar tarde (muy tarde) lo que se hizo mal en verano. Y ha habido que esperar hasta finales de febrero para que Alfonso García viera que se había equivocado. Ahora, con más de media liga transcurrida y el equipo en la última posición de la clasificación es cuando llega la reacción. ¿Qué venda le ha tapado los ojos todo este tiempo? Quizás la tardanza en buscar una solución a la desastrosa gestión técnica y deportiva del Almería se deba a que, para el presidente, echar a todos suponía asumir su propia torpeza. Alfonso García es el máximo responsable de todo lo que le pasa a este club, como presidente omnipotente del mismo. ¿Y no dimite Alfonso García? Sería lo lógico, pues él fue quien puso en su puesto a los que ahora ha cesado. El director de todo este despropósito no es otro que el empresario aguileño. Lo coherente, le guste o no, sería asumir su culpa, no solo de palabra, sino con hechos. Alfonso debe dar un paso atrás y dejar el club en manos de gente más y mejor preparada para la gestión deportiva. No tiene que vender sus acciones, ni dejar de ser el dueño del Almería. Solo soltar el sillón al que lleva agarrado ya demasiados años y buscar un gestor eficaz, que sepa de fútbol y devuelva al Almería al buen camino, antes de que sea demasiado tarde (antes de que desaparezca). Ya no queda margen de maniobra. Tras Soriano, el siguiente tiene que ser Alfonso. La afición no le pasará una más: la gente no es tonta y se ha dado cuenta de dónde radica el problema. Sí, ahí arriba, en el palco.

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