Anteayer, tras la copiosa comida de Navidad, intenté dormir a mi ahijado. El silencio era el mismo que el de 18 años atrás, cuando, en la habitación de al lado, pretendía distraer el cerebro para no aburrirme en mi particular aula matinal antes de que mis primos se despertasen para desayunar e ir al colegio antes de vacilarme uno asegurando que algún día jugaría en el Bernabéu y me regalaría entradas. "Illgner, Panucci, Hierro, Sanchís, Roberto Carlos...", "Rodri, Bermejo, Aláez, Manolo García, Espínola...", "Zubizarreta, Ferrer, Iván Campo, Alborta, Sergi...", recitar en mi mente las alineaciones de mis equipos eran mi particular pasatiempo para no molestar a nadie y matar el tiempo.

Curiosamente, un par de horas antes de ese momento mágico con mi ahijado había estado leyendo en Panenka -maravilla de revista- una entrevista en profundidad a Antonio Karmona y Mané, capitán y entrenador, respectivamente, de ese Alavés que jugó en mayo de 2001 en Dortmund una de las finales más épicas de la historia del fútbol ante el Liverpool. Luego el Alavés acabó descendiendo, incluso estuvo cuatro cursos en Segunda B. Este año regresó a Primera once años después.

"Falta alguno, pero hace quince años la mitad ni habían nacido", le tuve que decir a mi abuela hace poco tras verla algo triste por recordar a ese tío Antonio que ya no está en este mundo. Al final, todo en la vida son ciclos, incluido el fútbol. No son pocos los que recelan de si la etapa de Alfonso García ha llegado a su fin en la UDA. Desconozco si los rojiblancos descenderán, incluso quién sabe si acaban jugando por entrar en promoción. Lo que tengo más que claro es que no hay que tener miedo al qué va a pasar tras Alfonso. Hubo fútbol en Almería antes de su llegada y lo habrá después de su marcha. Por cierto, que pasen un excelente final de año y que el 2017 esté cargado de salud y felicidad.

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