Cada año que pasa el calendario se va llenando de nuevas festividades que festejar. De esta manera, anteayer 'celebramos' el día del refugiado. Esas personas que tuvieron que abandonar su país, con lo que ello supone, porque la vida en ese territorio es literalmente imposible. Huyen a sabiendas de que el trayecto hacia una mejor vida puede acabar antes de lo esperado. A veces, sin conocer el destino. Pese a ello, merece la pena. O eso dicen, porque solo viviéndolo se puede paladear tal sufrimiento. Con motivo de este día el informativo diario deportivo #Minuto0, un espacio absolutamente recomendable, viajó a Atenas para 'acercarnos' al escenario. Secuencias conmovedoras en las que deberíamos darnos cuenta de lo afortunados que somos muchos de nosotros. Porque aunque lo sabemos, poco lo valoramos. Muy poco. Es admirable el comportamiento de esas decenas de personas que tienen su vida en 'stand-by'. Y lejos de arrojar la toalla, hacen de tripas corazón y luchan por un futuro que ni siquiera puede existir. Por un mañana totalmente incierto, pero por el que sueñan. No saben si estarán en esos campos de concentración un mes o diez, pero anhelan poder recuperar algún día su vida. Pecando de osados o no, poco más le queda.

La situación es dramática, no debemos engañarnos. Por eso muchos se refugian en el fútbol para paladear una felicidad que es momentánea, pero que sabe como si fuese eterna. El verde les sirve como burbuja para evadirse de la cruda realidad. Es la magia del balompié, que no diferencia entre clases. Sobre el piso todos son iguales y eso es un valor que ellos sí aprecian. Por eso sus caras cuando un balón de por medio son totalmente opuestas. Alegra que estos héroes sin capa hayan encontrado una vía de escape para dejar de sufrir por unas horas. Y es que el fútbol también sirve de medicina.