Análisis

carmen Rubio Soler

Pequeños fragmentos enormes de vida

La enfermedad nos hace verla de otra manera. La valoramos, le damos un poder del que carecía, y dudamos si es suficiente. Sin embargo otras cosas, las que están fuera, las que ahora nos resultan ajenas, las que ya no importan en nuestro interior, se convierten en algo pequeño, en ocasiones invisibles, en otros casos lejanas. Lo que nos gobernaba ahora ni siquiera existe si nos niega la vida. La enfermedad pone las cosas en su sitio, nos hace comprender el verdadero sentido de nuestra vida. La elección de las imágenes de Carmen Pinteño nos sitúa en ese punto. Vemos instantes que se nos pasan, que hace tiempo no retenemos en nuestro archivo imaginario.

Entramos en el Patio de luces, unos por curiosidad, otros por un compromiso real y elegido con la labor de los responsables, y una vez dentro la luz y el silencio nos frena, relentiza nuestro estresado ritmo cotidiano, y como hechizados comenzamos a pasear por un mundo de pequeñas imágenes enormes.

Grandes por los mundos que nos abren, por los paisajes que nos hacen disfrutar. Enormes en el abanico de recuerdos que nos traen. Amplios en espacios con luz, olor y sensaciones, donde nos es fácil situarnos si cerramos los ojos. Pero son realmente discretas imágenes resultantes de un instante de emoción en la vida diaria de Carmen Pinteño. Son colores concienzudamente derramados, disfrutados en su aleatoriedad por nuestra pintora. Son pequeñas manchas abstractas donde ella descubre un instante de felicidad, de serenidad infinita, descritas por líneas y matices. Otras veces intuye un sentimiento, una figura, y en ella un gesto, una postura, que le sirve para comunicar vivencias y experiencias anteriores, eternas y universales.

Carmen entiende y comprende la vida. Conoce su ciclo, lo que significa su evolución. Lo que es la maternidad, su explosión interior, el tierno dolor que la acompaña siempre. La mecida angustia de la muerte. Carmen valora la tierra, su materia y plasticidad, dialoga con la bóveda celeste, es sensible a todos sus humores. Huele el mar, el agua de manantial. Carmen nos enseña las emociones, nuestras propias emociones, en imágenes. Sus figuras nos hablan, nos desvelan en ocasiones lo que no somos capaces de reconocer.

Esta muestra de pequeñas imágenes enormes nos trae la vida. Nos expone todo aquello que tiene un valor real, un valor vital. Nuestra pintora le da poder a lo pequeño, a las cosas pequeñas de la vida. Nos hace que comprendamos que algo nos estamos perdiendo. La elección de la artista, de sus obras, es un conjunto con la finalidad de la muestra. Parémonos, un momento, en nuestro camino. Visitemos el Patio de Luces y démosle poder a lo que realmente lo tiene.

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