Hace unos días fui por décimo tercera vez en mi vida a renovar mi carnet de abonado de la UDA. Acudir a la sede a formalizar mi compromiso con la entidad se ha convertido, cada verano, en una rutina inalterable y automática. La gran mayoría de aficionados no concebimos el año sin visitar cada dos fines de semana el estadio. Por tanto, la decisión de obtener el abono en julio es irrevocable. De hecho, no es una decisión porque ni siquiera hay debate. Es algo que hay que hacer. Y punto. Como realizar la compra del mes, sacar a pasear al perro o llevar el coche a la revisión, ir al campo cuando el Almería juega en casa es ya parte de nuestras vidas. El club anunció hace unos días que el plazo de renovaciones cerró con casi 8.000 fieles en la que es, sin duda, la gran noticia. El Almería lleva cuatro años jugándose el descenso en el último partido, con continuos feos a sus aficionados y con un proyecto deportivo que brilla por su ausencia. Hace una década, antes del ascenso con Emery, este panorama habría desembocado en cuatro o cinco mil abonados. Ahora la masa social del club es lo suficientemente grande como para no temer por un estadio semivacío. Además, y según vende la propia UDA en su web, los primeros días de la campaña de nuevos carnets están yendo a las mil maravillas, con colas que invitan a pensar en que esta temporada se podrían rozar los 9.000 abonados, una cifra espectacular teniendo en cuenta el contexto anteriormente descrito. No es fácil mantener la masa social cuando las cosas van mal. De hecho, es algo que solo consiguen aquellos clubes totalmente consolidados en su ciudad. El Almería, poco a poco, lo está logrando, con unas buenas cifras de asistencia media al campo que lo mantienen en la zona medio-alta de Segunda en este aspecto. Con la afición demostrando, una vez más, que está actualmente muy por encima del equipo, solo nos queda esperar a comprobar qué tal se da la cosa sobre el césped. Los de la grada volveremos a estar ahí. Somos los de siempre, pero con más gente alrededor. PD: Esta es mi primera columna de opinión en este medio tras dos años de ausencia que han coincidido con dos de las peores temporadas de la historia del club. Ojalá este curso podamos volver a disfrutar con el fútbol. Un placer volver a escribir en el Diario de Almería.

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