El equipo no funciona como visitante. En una temporada y casi media de la otra, sólo un triunfo en 30 partidos disputados lejos del Estadio Mediterráneo. Números son para ponerse en manos de un hechicero para acabar con la maldición o mal de ojo, quien sabe, pero no es normal. Decía un buen amigo que Alfonso debería de llamar a Gorosito y pedirle la pócima mágica para acabar con el maleficio fuera de casa, ya que él ha sido el único entrenador, de un buen puñado de técnicos que puede presumir de haber ganado como visitante. No estaría demás, aunque sabiendo quién es el inquilino del banquillo del Almería en estos momentos, pongo en duda que se atreva a darle la fórmula para hacerlo. ¡Ni la del cola cao! El margen de error del equipo en casa empieza a ser mínimo, ya que habida cuenta de la trayectoria como visitante, bien podían empezar a amarrarse los machos en el vestuario y no solo echar el resto en nuestro estadio, apretando lo que haya que apretar, sino que también deberán de hacerlo como visitantes, aunque sea amparándose en lo celestial, porque calculadora en mano, con sacar adelante los partidos de casa, al igual no te da como para llegar a la cifra que exige el campeonato para permanecer una temporada más en la Liga de Fútbol Profesional, ese objetivo que no deja de quitarle el sueño a Alfonso García que, al igual que a los aficionados del equipo rojiblanco, los discursos semanales de los jugadores ya no le convencen, porque lo que vale es lo que se hace el día del partido, que es donde verdaderamente tienen que hablar los jugadores, y dejarse de historias y de excusas. La clasificación está ahí, y no conozco a ni un solo aficionado que no se endemonie y jure en hebreo cuando la ve, porque está cansado, muy cansado, de no disfrutar de su equipo, de no presumir y, sobretodo, de no ver ganar con más asiduidad a los suyos, que es para lo que trabajan durante la semana, para ganar nuestros partidos.

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