Me encantan los animales, los amo, pero no soy animalista ni me gusta cómo actúan algunos. En un mundo donde todo son prohibiciones, creo que hay otras formas de proteger a nuestra flora y nuestra fauna que aboliendo los toros, la caza o los circos. Nosotros necesitamos a los animales, al igual que ellos nos necesitan a nosotros, es necesario un equilibrio medioambiental que ahora no existe porque nos creemos los reyes de la creación. La madre naturaleza, más sabia que cualquier humano por inteligente que se crea, ha regulado a lo largo de los siglos la evolución de las especies para permitirnos vivir tal y como lo hacemos hoy. Ya está bien de maltratar a la Tierra, poco a poco estamos viendo los dramáticos efectos que está teniendo el cambio climático en nuestro día a día.

Tenemos mucho que aprender de los animales en varios aspectos, uno de ellos es en cuanto a fidelidad. Hay historias que conmueven, una de ellas es la del papagayo Frankie, similar al perro del obispo Villalán al que se honra en la Catedral de Almería. En verdad, cualquiera que haya tenido un can habrá sentido en sus carnes los sentimientos que quiero transmitir. La muerte de Michele Scarponi hace unas semanas nos ha dejado una imagen precisosa. Un amigo con alas del ciclista italiano lleva rindiéndole homenaje desde su fallecimiento. El papagayo, propiedad de un vecino, acompañaba al corredor durante sus entrenamientos y Scarponi subía vídeos a las redes sociales con el simpático animal. Ahora, Frankie le espera posando sobre una señal en el lugar donde falleció el ciclista, repleto de ramos de flores. Como cada día, el papagayo aguarda fiel a oír el ruido de las llantas de la bici contra el asfalto para desplegar sus alas y posarse en el caso de Scarponi. Ahí sigue él, paciente, sin saber que la maldad de la especie humana acabó con su mejor amigo.