Análisis

Ramón Bogas Crespo

Director de la Oficina de Comunicación del Obispado de Almería

La resurreción de Rafa

Recuerdo la hora de la llamada de Óscar, las 10 de la mañana. -"Ramón, lo de Rafa es inminente. Si quieres venir, ahora es el momento"-. Mi amigo del alma estaba agonizando. Aunque pude ir a visitarlo en la navidad, ahora estaba inconsciente. Llamé al siempre servicial Serafín y me dijo que, si era muy importante para mí, él me acompañaría en coche hacia Madrid. Sin maleta me puse a conducir y llegamos sobre las 7 de la tarde. Nerviosos y con lágrimas contenidas, subimos a la habitación del hospital. Cuando entramos, milagrosamente, Rafa se despierta del profundo sueño y empieza a hablarnos como si no pasara nada. -¿Qué hacéis vosotros por aquí?¿qué tal habéis hecho el viaje?", preguntaba con cariño y plena conciencia. Solo fueron 30 minutos, pero pudimos rezar, despedirnos y hacer balance de su vida. A los pocos minutos, entró en un sueño definitivo hasta su muerte.

Estoy convencido de que habría razones médicas que a mí se me escapan, pero durante esa media hora, Rafa "resucitó" de su sueño. Dice la sabiduría popular que hay una mejoría pre-mortem, pero yo creo que nuestra visita le animó, y como siempre fue tan educado, quiso atender cortésmente a sus invitados.

Y es que hay visitas que resucitan, presencias que animan y dan vida. El amigo que llega en verano, la hija que nos visita por Navidad, la llamada de la compañera de trabajo: "¡vístete, que salimos a dar una vuelta!", el sacerdote que visita a la abuela… Es el poder de la amistad, la fuerza del amor, el brío de la fe lo que te hace salir de tu sueño y postración para recobrar vida y rejuvenecer esperanzas. Porque, hay también, aunque no nos demos cuenta, pequeñas resurrecciones. Instantes de lucidez en los que vuelve la alegría profunda después de la tormenta.

Dicen los expertos que hay que distinguir entre revivir y resucitar. Lázaro volvió a la vida gracias a la visita de su amigo Jesús, a su oración y a la fuerza que venía del Padre. Vuelve a la vida que ya tenia, con sus limitaciones. En cambio, Jesús resucita de entre los muertos, vuelve a la vida de otra manera, a la manera de Dios, estrenando la vida con mayúsculas.

En estos días cargados de resurrección os invito a dar gracias por las visitas que nos reviven, por los amores que nos devuelven la vida, por el gozo de la amistad, de la familia y la llamada oportuna. Por esa Presencia con mayúsculas y por habernos enseñado el camino de salida de nuestros sepulcros. Hago mías, en la despedida, las palabras de nuestro poeta José Ángel Valente "¡Tú que puedes, danos nuestra resurrección de cada día!".

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