Análisis

José maría Requena

Sin sentido del disparate

No apoyar el tratado comercial Canadá-UE transmite una triste idea de postureo y de izquierda veleta e irresponsable

PREVER y conjugar la estupidez es una obsesión histórica que aún hoy parece que estamos lejos de saber cómo aliviar. El asombro e impotencia ante su inmenso poderío dañino ha quedado bien patente en amargas reflexiones de los sabios de todas las épocas desde Einstein (hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana), a Goethe (contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano). Y en esa línea de desaliento, alguien tan lúcido como C. Cipolla hasta dedicó algún ensayo a sistematizar su perplejidad y la absoluta indefensión y carencia de remedios que siente todo ser racional ante la inescrutable necedad, sugiriendo que hay cuatro tipos de humanos: los incautos (que pierden con lo que hacen pero benefician al resto); los inteligentes (que logran triunfar ellos y hacer ganar al resto); los malvados (que se benefician pero a costa de los demás); y los necios, esas criaturas de súbitas ocurrencias y sin sentido del disparate que supone causar daño sin obtener beneficio alguno. Por eso decía Cipolla, se puede entender la lógica del malvado, pero es imposible adivinar cuándo y por qué un necio atacará. Me dirán que cualquiera puede cometer una estupidez y claro que es así. Pero reconocerán que cuando el proceder ilógico es hondo y persistente, ya no hay duda: ahí la estupidez vive en todo su apogeo. Y esta es la impresión que hoy me abruma cuando tras casi una década de dura negociación, en la que la socialdemocracia europea, con el Psoe en cabeza, logró humanizar e hizo prevalecer múltiples aspectos de lo que en la UE valoramos como justicia social o esmero ambiental, de repente, sin debate, ni razón racional, la actual dirigencia socialista, en una pirueta tornadiza, refuta todo lo negociado y votado por sus parlamentarios y anuncia de un día para otro, que ya no apoya el Tratado Comercial entre Canadá y la UE, el CETA. Y al margen de la bondad o críticas que merezca el Tratado, creo que es una decisión absurda -¿para repescar votantes que no tienen ni idea de qué vayan las 1500 pgs. del CETA?- que transmite una triste idea de postureo, de izquierda veleta e irresponsable ante el reto del mundo globalizado y cuestiona la coherencia y fiabilidad de este Psoe acróbata y sin red. Un tipo de decisión a la que no atisbo qué beneficio propio logra aunque causa un estropicio inútil en el prestigio y solvencia que tanto cuesta lograr, y que tontamente se arruina porque sí.============Sumario(54388357)============

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