Nos conocíamos de pasada, de habernos visto primero en el campo de Los Pinos de El Alquián y ahora en el anexo con el filial. También tenemos amigos futbolistas en común, a los que él entrenó en su etapa en el Aguadulce. Pero nunca habíamos hablado tanto rato, me pasé más tiempo aprendiendo de fútbol con una manchada con leche fría delante, que haciendo la entrevista el pasado miércoles. Me refiero, por supuesto, a Fran Fernández, entrenador del Almería B y que de forma interina se sentó en el banquillo antes de que llegara Ramis. Es de la escuela de José María Salmerón o Francisco, de la que también están bebiendo técnicos en proceso de formación como, por ejemplo, Esteban Navarro. Sabe infinidad de tácticas, de técnica, de estilos de juego, de los trapicheos de los vestuarios (por qué no decirlo, al fin y al cabo el trabajo de un entrenador es tener a sus futbolistas de su lado para evitar que se le subleven como en Almería ha pasado más de una vez), pero ante todo es una persona honesta, amable y crítica. ¡Qué poco cuesta hacerse merecedor de estos tren adjetivos y, por desgracia qué poco se usan en el mundo del fútbol! No sé si el año que viene estará el primer o el segundo equipo en Segunda B, no sé si habrá permanencia de unos y ascenso de otros (mucho me temo que...), pero la única manera de recuperar la ilusión y hacer proyectos serios es con gente experimentada y de la casa. Por supuesto, a la secretaría técnica se le pide algo más que futbolistas que dejan a la UDA con el culo al aire para irse a buscar el ascenso u otros que llegan para reforzar y necesitan tres pretemporadas para estar mínimamente en condiciones. No confío, pero deseo que Ramis salve al Almería como sea de la quema y, a partir de ahí, hay que dar desamortizar todo el antiguo régimen. Buena parte del futuro rojiblanco pasa por el partido ante el Sevilla Atlético y los resultados de los rivales directos de este domingo.