Análisis

Pablo Martínez -Salanova Peralta

Se vaya

Neymar sabe que no podrá explotar definitivamente mientras esté Leo Messi

Sin duda el culebrón del verano deportivo que se lleva la palma es el caso Neymar. El mundo (del fútbol) se ha vuelto loco. Las cifras son mareantes. La cláusula de rescisión, más el sueldo del jugador, más lo de su padre... y nos ponemos en más de 500 millones de euros. Para ello, el PSG tendrá que hacer cabriolas para sortear los obstáculos que le pone el fair play financiero, pero no creo que haya demasiado problema al final, si tenemos en cuenta que con el propio fichaje de Neymar por el Barcelona se pasaron el ámbito de lo legal por el arco del triunfo.

Y pinta mal la cosa para el equipo culé. Ya ha pasado el tiempo de la rumorología y cada vez está más claro que el crack brasileño tiene muchas ganas de poner tierra de por medio. Algo que, si finalmente no abandona el club, le pasará factura, al menos en cuanto a la afición se refiere. En esto del fútbol se espera que el jugador que defiende una camiseta, debe sentir los colores y amarlo desde chiquitito y hasta la muerte. Pues va a ser que no. Neymar fue al Barcelona como bien pudo ir al Madrid, al Manchester o a cualquier otro grande de Europa. Un salto natural para hacerse un nombre en el mundo del fútbol y para engordar su cuenta corriente, y la de su padre.

Y no le llamaría yo ahora ni pesetero ni mercenario. Neymar sabe que mientras Leo Messi esté en el campo, él seguirá siendo el segundón. No podrá explotar definitivamente hasta que sea la estrella de un equipo que trabaje para él. Y aunque sabe que no va a tener la misma proyección en París que en Barcelona, no tiene muchas más opciones, porque difícilmente otro club europeo puede hacer frente a semejante operación económica.

Y mientras Neymar duda y el PSG hace sus números, el aficionado barcelonista ya le está haciendo la cruz. Como si uno fuera pregonando en su trabajo que está en un proceso de selección en otra empresa hasta saber si lo tiene bien cerrado. Yo, si fuera él, también me iría. Pero, claro, yo no aspiro a ser el mejor jugador del mundo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios