Absolución para la Infanta con una multa y condena para Urdangarín. Para la Familia Real, un respiro. Aunque desde Zarzuela no han hecho más comentario que expresar respeto para la resolución judicial, que no es definitiva porque se anuncian recursos. Pero después de tantos años de instrucción controvertida y polémicas constantes, se ha producido la sentencia del que sin duda ha sido el caso judicial más importante de la historia, con la implicación de la hija y hermana de reyes.

La Justicia ha funcionado aunque no todo el mundo estará conforme con el fallo. Pero hay que recordar que se dijo que el rey Juan Carlos jamás permitiría que su hija fuera investigada y lo fue, que jamás sería llamada a declarar y lo fue, que jamás sería imputada y lo fue, y que jamás se sentaría en un banquillo y se sentó.

Imposible que se produjera una aceptación unánime del fallo judicial. Si era condenatorio para la Infanta, las que creían en su inocencia dirían que el tribunal quería una sentencia "ejemplarizante". Si optaban por la absolución, se diría que la larga mano del poder, la Corona y el Gobierno había intervenido.

En cuanto a su marido, para la Infanta la condena supone una tragedia personal, pero no hay un español que no considere que Urdangarín se aprovechó de su situación para emprender negocios sin importarle las consecuencias.

Todo lo concerniente al caso Nóos ha sido demoledor para la Familia Real porque era muy difícil separar los sentimientos de sus obligaciones institucionales. Empieza un nuevo capítulo en el que se producirán escenas desgarradoras, como cuando los reyes vean a su hija y hermana hacer cola en la puerta de la prisión para visitar a Urdangarín o cuando se vaya a otro país para preservar la intimidad de sus hijos, víctimas de un padre que antepuso sus intereses a los familiares e institucionales.

La sentencia ha debido caer como una losa sobre su familia, pero fue él, Urdangarín, el que promovió la bajada a los infiernos.