Imaginario

José Antonio Santano

Almería en Valente

TODO el mundo sabe que Almería, durante muchos años, los que vivió al menos el poeta gallego José Ángel Valente, estuvo muy presente en su obra poética y en sus silencios. En sus textos encontramos una luz única y mediterránea que resplandece cuanto acaricia: los enjalbegados caseríos, el desierto, las montañas, la vega, la mar, el parque Natural Cabo de Gata-Níjar, lugares todos aprehendidos e interiorizados por el poeta orensano.

José Ángel Valente, seducido por la luz y los silencios de esta tierra olvidada, decide instalarse en el centro de la ciudad, junto al convento de Las Puras y la Catedral.

El ínclito vivió y se acompañó siempre que pudo de los silencios como el mejor antídoto ante la ramplona y estulta mirada provinciana y pacata, acosadora.

Nadie duda que vivió entre nosotros un gran poeta y que su nombre refulge como un espejo en las mediterráneas aguas de Charidemo, que sus versos, en la cima de las olas, navegaron por los confines del mundo, que su voz única aún resuena entre la piedra de la antigua Alcazaba, por los surtidores y acequias, en la plaza Vieja, en el cúbico paisaje de la Chanca o en las callejas de la Almedina, en todos y cada uno de los rincones de esta ciudad marinera.

El poeta José Ángel Valente sigue entre nosotros porque nunca se fue de nuestro lado, de esta tierra y este mar. Durante muchos años, es cierto, se ha silenciado su nombre, lamentablemente. La casa de José Angel Valente ha permanecido cerrada también demasiado tiempo. Tras una huera y pomposa puesta en escena, abrió de nuevo sus puertas a los medios de comunicación. ¿Pero, cuándo la casa de Valente se abrirá definitivamente para la poesía y los almerienses?

El tiempo se nos va y siempre estamos dando vueltas y vueltas sin ton ni son. Siempre se repite la misma canción y siempre son los mismos sus intérpretes. Todo es maquillaje, pura parafernalia. Silenciado el poeta, silenciada su poesía. Sólo resplandece por doquier el vil metal.

Valente eligió Almería para vivir y desvivirse en su propio silencio, cercano a la clausura conventual de Las Puras y a la magnánima soledad de la fortaleza-Catedral. Siempre la luz y la añoranza hermanadas en la voz del poeta. Almería y Galicia ensambladas en un verso único y definitivo.

Confiemos que en un futuro próximo, hasta ahora ha sido imposible -la moda va por otros derroteros-, la casa de Valente hermane a poetas gallegos y almerienses, y que la poesía, definitivamente, sea la única voz que la habite.

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