El callejón del gato

Amores que matan

Dice Miguel Roca que es buen momento para "rectificar" quienes manifestaron poco respeto por la infanta

Tras conocerse el fallo del "caso Nóos", nadie ha puesto en cuestión el acatamiento de la sentencia, pero otra cosa es que se esté de acuerdo, o no, con el veredicto del tribunal. Lo que le dicta el pensamiento a cada uno, no se puede controlar, y es lógico que haya ciudadanos que discrepen, en su fuero interno, de lo que los jueces han dictaminado. Y, ya puestos, es lícito expresar dicha discrepancia, si viene al caso. Pero suponiendo que se esté de acuerdo con la sentencia, ateniéndonos a la literalidad de la misma, sin hacer ningún juicio de valor sobre su contenido, el resultado nos ha revelado, con respecto al matrimonio formado por Iñaqui Undargarín y Cristina de Borbón, que el marido ha sido un delincuente de tomo y lomo, y la mujer una inocente ama de casa (larán, larán, larita) ajena por completo a las andanzas de su amado esposo. Una mártir, que se dice. Toda su vida engañada por un marido que trae dinero a casa valiéndose de sus malas artes según ha quedado demostrado en el juicio, y que ella creía, a pies juntillas, que había sido ganado honradamente con el sudor de su frente. Dice Miguel Roca, su abogado defensor, que es buen momento para "rectificar sus comentarios" quienes manifestaron poco respeto por la infanta y lo cierto es que, ciñéndonos a la sentencia, si alguien le ha faltado el respeto y ha dañado la imagen de Cristina de Borbón ha sido su querido esposo. Quién sino él ha sido el responsable de que su augusta persona se vea sentada en el banquillo de los acusados después de haberle hecho que firmara documentos comprometedores con los ojos cerrados, sin que ella se percatase, en ningún momento, de que las empresas eran una tapadera para desviar los fondos públicos que el mozo recibía a través de un intrincado entramado societario. Autor de los delitos de prevaricación, falsedad en documento público, malversación de caudales públicos, fraude a la Administración, tráfico de influencias y delito contra la Hacienda Pública, Undargarín ha sido el único culpable de que la infanta Cristina se vea apartada de la familia real, desposeída de su título de duquesa de Palma de Mallorca y exilada de por vida. Si verdaderamente la buena mujer no ha sido cómplice de ninguno de los delitos por los que su marido ha sido condenado a penas de seis años y tres meses de cárcel, mucho lo tiene que querer para permanecer a su lado después de haber soportado tanto engaño y sufrimiento. Hay amores que matan.

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