Miramar

Pepe Cazorla

Antoñito, ángel celeste

MIENTRAS se avecina el alirón del C.D. Roquetas y la salvación para la A.D. Adra; permítanme referirme a otro tema.

Hacía una semana que mi madre había fallecido y llevaba la bandera del corazón a media asta para partir hacia El Ejido para entrevistarme con Antoñito en una cita acordada. Recuerdo que estaba en el lavadero de su casa y me lo encontré de espaldas mientras trabajaba. Creí ver dos plumas blancas en el dorso de aquella camiseta azul.

Tosí para que se percatara de mi presencia, él giró la cabeza sonriendo… Me dijo: ¿Cazorla? Asistí con la cabeza. Su sonrisa fue como un tranquilizante sin efectos secundarios; no podía estar mucho tiempo triste con alguien que te sonríe así. Traté desde entonces de cuidar la amistad que me ofreció como la mayonesa, ya saben, si no la cuidas se corta. Los amigos como Antoñito son ángeles que te levantan cuando tus alas han olvidado cómo volar.

Charlamos de fútbol hasta la extenuación. Sus veintiséis años vinculados al Poli Ejido como futbolista o entrenador. Su primer equipo, el Málaga, con tan solo diecisiete años; del San Fernando, del Motril, de su amada Almuñécar. Su fichaje con apenas veintiún años por el Adra Club de Fútbol proveniente del madrileño equipos del Leganés.

El domingo pasado su pérdida me dejó abandonado en la desolación. Fui náufrago en un mar de lágrimas, ahogándome en el recuerdo de aquella tarde. Es por ello que con la punta de mi corazón le escribo estas líneas y con la tinta de mis lágrimas, pido a todos cuantos le conocimos, rendirle ese homenaje que se merecía a lo largo de su vida.

Hoy, amigo Antoñito, sólo quería decirte, que te echaré de menos, como Contreras, Cachito y todos tus compañeros que compartieron todo el tiempo del mundo contigo… De mi parte, dale un beso a mi querida madre.

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