SI alguien todavía lo dudaba pese a la cumbre del martes en Águilas, las palabras de Gonzalo Arconada refrendan que su futuro está lejos de Soria y cerca de Almería. El técnico donostiarra no ha aguantado más la presión a la que lo ha sometido la directiva numantina desde que se filtró su fichaje por los rojiblancos y de la noche a la mañana cambia su discurso para reconocer abiertamente, aunque sin nombrar destino, que no continuará en Los Pajaritos. Pasó de "soy dueño de mis silencios y esclavo de mis palabras" a "la directiva del Numancia quiere echar mierda sobre mi persona" en apenas 24 horas de margen. Ahora sólo cabe esperar que su versión sea la verídica para que esto no se convierta en otro culebrón veraniego de los que estamos empezando a acostumbrarnos. Arconada admite que su contrato no era renovable de forma automática tras el ascenso, sino renegociable. El Numancia, todo lo contrario. El matiz es importante por cuanto del mismo depende que el Almería pague o no una cantidad en concepto de cláusula liberatoria que podría rondar el medio millón de euros. Mientras el técnico y su representante -Joseba Díaz- proclaman que es libre para decidir su futuro, la directiva numantina pretende hacer caja a costa de la persona que los ha devuelto a la Liga de las Estrellas. En medio de todo este galimatías, lo único deseable es que Alfonso García tenga bien atado todo (con rúbrica incluida) para evitar que se reproduzcan desagradables episodios como el de Goitom con el Murcia, Diego Barreto con el Valladolid, Monchi con el Sevilla o Juan Carlos Moreno con el propio club soriano. Entonces los castellano-leoneses se llevaron el gato al agua y Moreno, que incluso estuvo una semana entrenando en Almería, tuvo que regresar. Parece que en esta historia el Almería lleva las de ganar porque ¿quién quiere a un entrenador a disgusto al frente de su plantilla? Bien haría el Numancia en no llorar y buscar un recambio como hizo el Almería con Emery.