República de las Letras

Autobuses escolares

En educación, toda acumulación para ahorro de recursos redunda en deterioro de la calidad de la oferta educativa

Lo del autobús volcado en Fuenlabrada (Madrid) ha puesto por enésima vez sobre la mesa el asunto del transporte escolar y, por tanto, la distribución de los colegios en el sistema educativo actual. Creo que todo niño y toda niña tienen derecho a ir al colegio andando. Sí, andando. Es decir, tienen derecho a que su colegio de referencia esté lo más cercano posible a su casa. Esto, con el sistema de grandes centros educacionales actual es imposible en ciudades medianas y grandes. Los centros escolares nacieron para ahorrar dinero al Estado -o a la Iglesia, en su caso- por el método de la concentración de la oferta frente a la dispersión de la demanda. Es decir, se idearon y configuraron desde el punto de vista estrictamente capitalista, para el ahorro de costes y la máxima rentabilización de recursos. Hoy estamos viendo que la escuela antigua, con sus dimensiones perfectamente comprensibles para los niños y su localización casi enteramente por barrios, era, por encima de todos y cada uno de sus defectos, que no eran pocos, completamente humana. Por el contrario, la masificación de los centros educativos da lugar a todo un rosario de problemas sociales y educacionales que los profesionales del sector conocen muy de cerca y cuyas consecuencias van desde el acoso escolar al distanciamiento familiar, desde la pérdida de un tiempo precioso en ir y venir hasta la conversión de los niños en números estadísticos impersonales. Los colegios deberían ser pequeños, numerosos, distribuidos en red dentro de la ciudad e interconectados. Las clases, de no más de quince alumnos y alumnas. Los especialistas y demás profesionales periféricos al hecho docente en sí -es decir, al grupo formado por profe o seño más su alumnado- podrían ser rotatorios, lo que con el ahorro en transporte escolar enjugaría en parte la inversión necesaria. Todos los niños podrían ir andando a su cole, y si el acompañamiento se completara con una buena red de presencia de la Policía Local en las horas punta, equivaldría a una importante humanización de la escolaridad, que volvería a tener las dimensiones que toda actividad humana no debiera perder nunca. En Educación, toda acumulación para ahorro de recursos redunda en deterioro de la calidad de la oferta educativa. Su dimensión humana sería rasgo distintivo de la Educación Estatal. En dinero no sería mucho más cara. Y sin el peligro diario del autobús.

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