Nada

lo cierto es que la humedad de un beso solo puede sentirse con el roce que proporciona un leve acercamientLa nada no es la nada, es una negación de todo lo comprensible para eso: comprenderlo todo

Una nada enorme, de grandes dimensiones, habita en nuestro interior. A veces ha sido despreciada y tachada de ausencia, pero nadie se imagina lo importante que es para nosotros. En la antigüedad pensaban que la nada era como el Ser, pero invertido, una ausencia (lo que hoy llamaríamos antimateria). No obstante se dieron cuenta en seguida que eso no podía ser. La nada debía ser otra cosa: un No-Ser. Fue Parménides el primero en decirlo y afirmó que el No-Ser era la negación del Ser, nada más. De donde se deduce que era una negación intencionada del mundo. Aristóteles, en la misma línea, defendió su postura. Negar el mundo servía para entenderlo; se trataba de una postura mental, no de una ausencia. A lo largo de la historia de la filosofía se ha tratado ampliamente el tema. Tal vez en el terreno de la fenomenología existencialista se ha llegado a horizontes interesantes. Heidegger dijo que la nada, la angustia, hacia que cada hombre tomara una postura auténtica ante la vida. En ese sentido la nada construía al Ser, pero esta más que un No-Ser era un No-Ente. Sartre en unos derroteros parecidos pensaba que el Ser era menos que la Nada. Sin esta era imposible concebir el Ser. La nada era como operador lógico para la comprensión del mundo. En el campo de la ciencia ahora se dice que no hay una nada. Partiendo de los experimentos sobre la presión del aire en el siglo XVII en los que se extraía aire de un recipiente y se consideraba que aquello era la nada... llegamos a las posturas más actuales que niegan esto tajantemente. Si extraemos el aire queda el magnetismo y luz. Además es imposible un lugar en el universo libre de magnetismo. Luego no hay una nada. Por otro lado los indeterministas, que niegan el Big Bang no creen que de la nada surgiera el cosmos, todo lo contrario hoy día afirman que el universo tuvo que venir de otro universo, de donde se establezcan correspondencias cuánticas con el nuestro. La nada solo es una construcción mental, en realidad; una abstracción que se proyecta sobre la concepción del mundo para conocer lo cierto del mismo tras la proyección. En ese sentido, y como adelantaron Heidegger y Sartre, la nada es del todo útil, en cierta forma esa negación es responsable de lo que somos como seres humanos. Y la forma en la que se nos presenta emocionalmente es la angustia. La angustia es el motor emocional y conceptual del universo.

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