Ser o no ser

Y así me conduzco hasta que atravieso el tajo hondo del Río Aguas. Ahí irremediablemente se me aceleran los pulsosVivir no puede ser otra cosa que llevar la contraria en este mundo sin sentido; vivir debe ser un acto de contradicción

C UANDO se sigue el soliloquio "Ser o no ser" de Hamlet, el personaje de William Shakespeare , y se aplica a otras circunstancias ajenas a la obra siempre se esboza cierto sabor existencialista, en tanto y en cuanto se usa como síntesis de los procesos de indecisión y duda; abriendo con ello el debate sobre la aceptación del infortunio personal o la posibilidad de dar fin a la vida para eliminarlo. Hace poco se produjo un hecho similar, al del personaje, en el lugar donde vivo. El pasado fin de semana me llegó la noticia de un suicidio. El hecho ha sido tan focalizado en dicho municipio que casi no ha trascendido a la prensa provincial. Un joven apenado de problemas personales tomó la decisión de quitarse la vida - en términos shakesperianos eligió el "No ser"-. Puedo imaginar los instantes finales: su angustia, su sufrimiento, su abatimiento ante la indecisión de seguir o no existiendo, y como esta duda terminó de la peor manera posible. Lo cierto es que su muerte me ha hecho pensar en algunas cosas. Según las estadísticas es en el mundo occidental donde el indice de suicidios es más alto, mucho más que en los países subdesarrollados como Somalia. Tenemos tantos condicionamientos sobre el éxito, y el grado mínimo de bienestar, que nos castigamos a nosotros mismos en exceso. No sabemos perdonarnos las derrotas y nos culpamos si no obtenemos éxito en nuestras hazañas. Somos unos tiranos con nosotros mismos. Hemos creado una sociedad de demonios y de monstruos enfadados con la humanidad. Por otro lado apenas existe la suficiente empatía en la sociedad como para sentirse a salvo, más bien la competitividad ha convertido la vida social en un caos sistematizado que no todos pueden resistir. El hombre es un lobo para el hombre, que diría Hobbes, Pero a pesar de todo no voy a hacer apología del suicidio, para acabar voy a defender la resistencia ante la adversidad. Estar-ahí; elegir vivir, - para mí- es el mayor acto de rebeldía posible. Pero no vivir sin más, sino con la intención de contrariedad, de oposición, de negación. "Ser-lo-contrario-de" es la cuestión. Debemos aprender a vivir como acto de contradicción. El paso por la vida no pude reducirse a un mero tránsito. Solo seremos seres humanos completos cuando sepamos distinguirnos del entorno y seamos nosotros mismos. Esa es la esencia de la vida, de nosotros. ¿Cómo vamos a renunciar a eso?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios