República de las Letras

Por el Barrio Alto

Como no dispone de monumentos, es su dimensión aún humana la cualidad que más y mejor lo distingue

Almería va a recibir de la Unión Europea 15 millones de euros, a los que el Ayuntamiento añadirá otros 4 para la "modernización y transformación de la ciudad", según informó hace unos días el Sr. Alcalde. De ese dinero, casi 3 millones se dedicarán a la revitalización del Barrio Alto, pues éste será "el barrio que más transformación sufra en esta Corporación". Mal asunto si lo dicen los perpetradores del mamarracho del Mesón Gitano. Siempre he dicho que si algo le queda al Barrio Alto de su vitalidad antigua es, precisamente, su ambiente, su estilo, su propio ritmo de vida. Si desde la Avda. S. Juan Bosco se sube por la calle Ángel Ochotorena, toda de altos edificios y una de las peor urbanizadas de la zona, se va notando un lento y benéfico cambio de ambiente, una expansión de luz que llega a su cénit, como a la salida de un túnel, en la Plaza Béjar, con sus casi 180º de cielo y luminosidad: es otra ciudad. Ese es el patrimonio que aún atesora el Barrio Alto. Un barrio que, como no dispone de grandes monumentos ni de restos históricos que aportar al patrimonio común de los almerienses -a excepción de los Depósitos de Agua-, ofrece a vecinos y visitantes su dimensión aún humana como la cualidad que más y mejor lo distingue.

Nuestra mentalidad es tributaria de la época de la fiebre del ladrillo. Aún aplicamos los criterios economicistas de los 60, 70 y 90 y estamos dispuestos a tropezar en las mismas piedras. Así, no hace mucho demolieron uno de los pocos vestigios etnográficos que aún restaban en el Barrio Alto: los Pilones de la Plaza Béjar -incluido su arco de entrada, de piedra, semejante al de la Calle Álava del Quemadero, que sí fue conservado-, lugar, por cierto, donde se conocieron mis abuelos paternos allá por 1915 (v. mi novela Retrato Parcial en Rojo. IEA, 2012). También se dejó perder en su día el Monumental Cinema. Y recientemente se ha demolido un edificio histórico entre la Calle Molino y el Camino Real para obtener una horrible plaza "ajardinada" consistente en un par de arbolitos y, todo lo demás, cemento. Si los del Ayuntamiento se empecinan en realinear o ensanchar calles, destruir casas tradicionales de puerta y ventana y permitir más de tres alturas, si el estilo de intervención va a ser ese, mal encaminados van, pues eso es destruir el Barrio Alto o lo que queda de él, que es muy poco. Quizá sería mejor dejarlo como está: luminoso, humano.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios