La tapia del manicomio

Cajandalucía

Una caja de ahorros única andaluza, que ahora sería un banco, no pudo ser por las mentalidades de ratón

Lo que pudo ser y no fue: una caja de ahorros única andaluza, que ahora sería un banco, pero a lo que vamos: no pudo ser por mentalidades de cabeza de ratón, gestiones empresariales "regularotas" (como dicen en México) y personalismos más o menos políticos. La muestra más emblemática de esta historia fue la declaración del entonces presidente de la Caja General de Granada -un tal Antonio García García- que afirmó que si alguna vez hubiera una caja única andaluza -una Cajandalucía- tendría que estar encabezada por el presidente de la caja granadina y tener la sede en la ciudad de los cármenes (como decían los cronistas deportivos). Tanto orgullo y presunción han quedado en una pequeña participación (alrededor del 10%) del BMN, el banco liderado por la que fue Caja Murcia, que a su vez acabará este verano en poder de Bankia, dado que el Estado -que es propietario del 65% de cada uno de ambos bancos- ha decidido unificarlos. Aunque mantengan los letreros de momento, la participación de la Caja General en Bankia será sencillamente inapreciable. Lo de Granada debe ser idiosincrático, porque también la integración de la Caja Rural de Granada en Cajamar fue frustrada a última hora por el clamor popular o "nacionalismo" granaíno. Los curas cordobeses que detentaban el poder en la caja cordobesa CajaSur, por tal de que "los rojos" no se hicieran con el control, prefirieron entregársela al PNV, es decir a la caja vasca, hoy BBK. Las dos cajas sevillanas han acabado absolutamente diluidas en la gran caja catalana, La Caixa. ¡Qué fenómenos somos!

Total, que ha quedado una sola caja andaluza, hoy Unicaja Banco, único que tiene la sede aquí y aquí trabaja fundamentalmente. Al revés de lo ocurrido con los casos comentados, Unicaja ha absorbido a las cajas de Castilla y León, las prefusionadas Caja España y Caja Duero. Es decir, que de las cincuenta que había en España hace cuatro días, han quedado cuatro: las citadas vasca y catalana, la aragonesa Ibercaja y la andaluza Unicaja que, hoy por hoy, es el octavo banco del país. ¿Se imaginan dónde podría estar si las demás cajas absorbidas por los bancos forasteros estuvieran juntas? Pero en fin, lamentarse de lo que pudo haber sido y no fue sólo sirve para generar melancolía.

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