Resistiendo

andrés / García Ibáñez

Cecilio Paniagua

LOS fotógrafos de antes, y no pocos de ahora, incurrían en el vicio según el cual el arte no era grande si no representaba grandezas. Así necesitaban disfrazar a las personas con espléndidos trajes regionales o de época... La fotografía moderna tiende a hacer notar que en todo hay un valor y que la poesía está en todo. Que a cada paso, en cada instante, en cada pequeñez y hasta en un trazo, existe materia de admiración". Con este credo estético se presentaba -y en cierta manera, se autobiografiaba- Cecilio Paniagua en la revista de fotografía "Galería". En los últimos tiempos y con cierta frecuencia suele hablarse en nuestra provincia de este artista, nacido en Terque en 1911 y muerto en Madrid en 1979, como un gran nombre del cine español, director de fotografía de más de un centenar de películas. Y es rigurosamente cierto, pero quizá su más interesante aportación -antes de dedicarse casi por completo al mundo del cine- fue como fotógrafo, sin más. Dotado de una exquisita sensibilidad estética y una gran capacidad para componer imágenes de estudiadísima y severa arquitectura formal, Cecilio Paniagua se dio a conocer como magistral fotógrafo en 1935, en la efímera revista "Las cuatro Estaciones", dirigida principalmente a un público burgués y adinerado, deseoso de aparentar modernidad. Para el primer número de esta publicación, ilustró un artículo de Wenceslao Fernández Flórez con fotografías nocturnas de Madrid, ambientadas en bares y restaurantes modernos, elegantes, y en las salas de baile más animadas. Sorprende en todas ellas la depuración y modernidad de su composición, muy en sintonía con la fotografía europea más vanguardista de ese momento, de fuerte dicción racionalista y gran influencia de la arquitectura más radical, de hierro y acero, a la manera de Mies van der Rohe. Después entró a trabajar, en la misma línea, para el Patronato Nacional de Turismo, que había renovado sus criterios y ya no sólo pedía fotos de monumentos, también buscaba retratar la vida popular y los lugares aparentemente anodinos. Precisamente en estos, Paniagua se elevaba a mayor altura aún como fotógrafo, dejando un espectacular corpus de imágenes. Su archivo es hoy propiedad del Estado. Para conocer su aportación, injustamente olvidada, procedería la realización de una gran antológica con lo mejor de su obra fotógrafica.

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