HACE unos años asistí a un congreso muy lejos de Almería. El interés por conocer nuevas herramientas de trabajo, debatir sobre fórmulas más eficaces para la comunicación y perfeccionar lo ya aprendido se convirtió en apatía por la escasa consistencia de las ponencias y frustración porque éstas, además, sólo se impartían en un extraño dialecto. Las jornadas, muy bien vendidas por los organizadores, resultaron un fiasco de contenido por lo que muchos congresistas -sobre todo los españoles- optamos por hacer turismo y dejamos la tarjetita de acreditación -cutre como ella sola- en el hotel.

Ya nos extrañó que en la recepción de bienvenida un representante municipal de la ciudad donde se celebraba el evento ensalzara -en un inglés chapurreao- a los organizadores con todo tipo de epítetos y adjetivos grandilocuentes. "Aquí hay gato encerrao", pensé. ¡Y claro que lo había!. El concejal estaba tan satisfecho con los que organizaban las jornadas porque sabía que gran parte del aforo abandonaría aburrido la sala y se marcharía a las calles de su ciudad a comer, visitar museos, recorrer tiendas, adquirir regalos, subirse a taxis, comprar vino -por cierto, malísimo-, tomar helados -por cierto, buenísimos-… en definitiva, a gastar un dinero que se quedaría allí. Es evidente que los congresos generan en la ciudad que los organiza más riqueza de lo que se cree. Almería Convention Bureau -cuya gerencia lleva estupendamente mi amiga Maribel Martín- ha cifrado en más de seis millones de euros el volumen económico que dejó en la provincia el grueso de los eventos desarrollados durante el año pasado. Todos ellos permitieron a los hoteles contratar 21.840 pernoctaciones. Incluso se estima que cada congresista deja en la ciudad 200 euros diarios en sus diferentes gastos, caprichos y compras. No resulta extraño, pues, que la Cámara construyera un palacio de congresos hace años o que Roquetas de Mar ofrezca todas las facilidades posibles -gabinete de prensa incluido- a quienes desean organizar su historia en el municipio. Ahora entiendo porqué Almería piensa en un palacio emblemático. Si duda, en el futuro, el AVE ayudará a que la provincia sea cada vez más lugar de congresos, una vez consolidadas las infraestructuras hoteleras.

Hoy viernes, precisamente, se clausura en el Colegio de Abogados el décimo congreso de la Unión Progresista de Secretarios Judiciales, al que asisten 120 profesionales de toda España. Cuando los periodistas preguntaban al presidente del comité organizador, Donato Alférez, porqué esta edición nacional se celebraba aquí, lo bordó: "Almería resulta atractiva y se presta muy bien para organizar congresos". Yo, sin ser secretario judicial, doy fe de ello.

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