Femenino plural

Anyes Segura

Crisis de codicia

EN el mundo de la tauromaquia, la codicia se define como la cualidad del toro de perseguir con vehemencia y tratar de coger el bulto o engaño que se le presenta. Puede que esta definición se esté extendiendo a otros ruedos menos artísticos pero igualmente vehementes, como el político. Para aquellos que hemos nacido después del intento de golpe de estado, escuchar frases del tipo "López quiere dar un golpe institucional" es, cuanto menos, causa de un infarto emocional.

Para los nacionalistas, la Lehendakaritza se ha convertido en un feudo medieval que no parece estar sometido a las reglas deportivas del juego democrático, donde el fair play está lejos y donde se ha patrimonializado el poder. Poner pie en pared para frenar el discurso de deslegitimación de los resultados democráticos obtenidos el pasado domingo es la primera tarea de López, no sólo para asegurar un gobierno vasco socialista, sino para dignificar un proceso democrático limpio y ejemplar, como el del domingo pasado.

El hecho de que el PSOE haya obtenido los mejores resultados en el País Vasco (donde votaron a los socialistas 40.000 personas más que las anteriores elecciones autonómicas) tiene tantas lecturas como se deseen hacer; sin embargo, las interrogaciones pueden ser más interesantes. ¿Estamos ante la caída inexorable de los nacionalismos periféricos? ¿Es esta otra vuelta de tuerca de las maltrechas relaciones de los populares y los nacionalistas después de la era Aznar? ¿Puede fardar Rajoy de ser la llave del cambio en Euskadi cuando han pedido más de 65.000 votos? ¿Es la coalición PNV - PSE la preferida por los ciudadanos vascos?

El caso es que la codicia de los nacionalistas parece ser tan brutal como la del toro que persigue con vehemencia el capotazo de los socialistas.

Hablar de un "golpe institucional" es, cuanto menos, antidemocrático, y se traduce por una actitud reaccionaria ante la posibilidad de que Patxi López sea lehendakari (no un usurpador); así pues, no estaría mal que el PNV pasara una larga época en la oposición, donde dejen de ser un régimen y se conviertan en un partido democrático, que acepte la voluntad soberana de la ciudadanía vasca, y que aprenda a leer entre líneas la historia de la vida cotidiana en Euskadi desde la oposición.

Mientras, a Urkullu sólo le queda patalear como hasta ahora lo está haciendo. Recuerden que las élites políticas no están para crear problemas, sino para solucionarlos. Cuando los crean, es para justificar su propia existencia.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios