Crítica de cine

Gonzalo Hernández Viciana

Crónica de una muerte anunciada en una película

La segunda parte de la vida del Ché empieza con la carta (leida por Fidel) donde Guevara explica su decisión de abandonar Cuba y seguir la lucha armada en otros países. Como en la primera, sigue frustrando que el director nos niegue acceso directo a los pensamientos de la persona, y nos tengamos que conformar con fragmentos anecdóticos más propios de una leyenda.

Si el protagonista fuera un actor de segunda categoría, o se quisiera contar una historia coral donde no hay sitio para los personalismos, se entendería. Pero la película se llama Ché, y lo interpreta uno de los mejores actores de este momento, Benicio del Toro.

Aunque realmente no tiene mucho que interpretar, ya que son pocas las escenas con verdadera carga dramática, y en muchas de ellas el director no recurre a los primeros planos. De hecho, el film está rodado de manera muy económica, es decir, sin florituras ni añadidos innecesarios.

Sólo al final, cuando la historia deja de fragmentarse y se concentra en los últimos días de la lucha y la muerte de Guevara, se permite el director un poco de estilo, como el plano subjetivo de su ejecución, por ejemplo.

Como hemos dicho, el film consiste en pequeñas viñetas, que van mostrando la guerrilla y su progresiva destrucción, y la historia prácticamente no abandona la selva boliviana, lo que la hace algo aburrida visualmente. No obstante, hay un gran director detrás de todo, que consigue que nos interesemos por los personajes secundarios, aunque no sepamos sus nombres e incluso los confundamos unos con otros.

Quizás sea que, morbosamente, queramos ver la muerte del Ché, pero el hecho es que la película engancha aunque no parece tener los méritos para hacerlo.

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