NO merecía la gran campaña de la Unión Deportiva Almería un final funesto y de pitidos y así lo parecieron entender los futbolistas, que después de mostrar una imagen errática ante Valladolid, Betis, Getafe y Huelva durante el último mes decidieron volver a la intensidad de antaño para ganar en el Estadio Olímpico de Barcelona y despedir la temporada con una sonrisa.

Vaya por tanto mi felicitación, desde esta humilde columna en la que tan pocos elogios se han dispensado durante la temporada, por el octavo puesto y por sudar la camiseta en un choque que invitaba al relax, y puestos ya en el colmo de la bondad nos sentiremos partícipes del saludo que el equipo regaló a la Peña de las Migas de Tarrasa y nos olvidaremos que sólo siete días nos quedamos esperando en el Estadio Mediterráneo, adiós rencor.

Queda ahora un largo verano eurocopero para trabajar y no dormirse en los laureles al abrigo de una clasificación que casi nadie podía soñar hace sólo nueve meses.

La piedra angular será la búsqueda de un entrenador que reemplace a Emery con garantías y que no ponga peros al trabajo ya realizado por el propio presidente y por Alberto Benito, lo segundo afinar al máximo en una campaña de abonados que determine de una vez por todas las ganas de fútbol de categoría que tiene Almería.

Sólo con unos precios razonables y acordes a la delicada situación económica por la que pasa la provincia y el resto del país, se podrá conocer si la gente no pobla el Estadio porque prefiere el bar y el cafelito con leche o porque realmente sus bolsillos les impiden sacar su orgullo rojiblanco.