República de las Letras

Democracia limitada

El PSOE representa en España a ese sector de la vieja política que se decía de izquierdas y es incapaz ahora de reciclarse

La llegada de Donald Trump al poder en los Estados Unidos ha puesto de manifiesto cuál es en la actualidad el verdadero enemigo de la democracia occidental: el populismo de derechas. Resulta que aquí se ha denigrado hasta lo indecible a Podemos y a sus líderes para convertirlos en el demonio con cuernos y rabo ante los temerosos electores de derecha, siempre atentos a las consignas enviadas por sus dirigentes de opinión, basadas invariablemente en el miedo congénito de esos sectores de la sociedad a perder su pequeño status. Tanto es así, que votan a quienes les roban con tal de que les preserven sus pequeñas propiedades o empleos, sus platos de lentejas, aunque -ellos, nunca los otros- se enriquezcan a su costa. La democracia liberal y neoliberal, basada en el escasamente humano capitalismo financiero y el bipartidismo, con un partido de derecha dura y otro de derecha socializante que se alternan en el poder dando apariencia de democracia real soportada en el voto de los electores, ha creado tal bolsa de perdedores sociales, abandonados por el sistema y marginados, que ha reventado por los costurones que las políticas mediocres, ineficaces e injustas de unos y otros han dejado a ambos lados del espectro social. Los que han explotado el sistema para enriquecerse están dispuestos a sacrificar una parte o toda la democracia en favor de la continuidad de sus exorbitados beneficios, mientras los vapuleados, explotados y expulsados a los márgenes de la sociedad aceptarían unas posiciones de izquierda mucho más radicales que replantearan el pacto social, lo modificaran en favor de nuevas mayorías y crearan otra democracia mucho más sensible a sus reivindicaciones. Si para los primeros resulta fácil la conversión a populismos de extrema derecha, para los segundos es necesaria la creación de otros instrumentos de representación política, pues los antiguos partidos socialistas se están mostrando ineficaces e incapaces de absorber e incorporar a su ideario las nuevas esperanzas y exigencias sociales. Trump representa a aquellos, a los explotadores del viejo sistema en su beneficio y el de sus amigos. El PSOE, por su parte, representa en España a ese sector de la vieja política que se decía de izquierdas y es ahora incapaz de reciclarse y asimilar la nueva situación. Estamos ante una democracia limitada y vigilada que pide a gritos una puesta al día desde la izquierda.

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