Desempleo y fraude

Hubo una época en la que los datos mensuales del paro se esperaban con inquietud y recibían con pesar

Se acuerdan? Hubo una época en la que los datos mensuales del paro se esperaban con inquietud y recibían con pesar. El Gobierno seguía el manual para las noticias negativas: un culpable, una esperanza, una solución y una promesa. El culpable era el verano, el invierno o la Semana Santa que caía en marzo. La esperanza, algo ininteligible como detectar reducciones en el ritmo de aumento. La solución, bonificar contratos a cascoporro y, finalmente, la promesa: emplearse en luchar por el empleo. Eso era ayer. Ahora el hada del empleo ha vuelto: crecen las afiliaciones, baja el paro, suben los contratos. Hay que seguir trabajando día a día para con el esfuerzo de todos recuperar los niveles de prosperidad de antes, porque como dice el Presidente Rajoy, esto no se resuelve en quince minutos.

Parte de ese relato de la gran recuperación es cierto. Lo vemos en Almería en las cifras de febrero. El total de afiliados a la Seguridad Social iguala, prácticamente, a los del mismo mes de 2008, y por tanto es el mejor dato en este mes de la serie histórica. En cuatro años la Afiliación ha subido en 33.500 personas. Por su parte, la cifra de parados, aunque haya crecido un poco este mes, algo habitual en la provincia, está al nivel de 2010. Lástima, pero volver al nivel de 2007 se me antoja lejano. Al tiempo, observo dos fenómenos paralelos. No sé si guardan relación o es casualidad. Se trata de la caída continuada del gasto en la cobertura del paro y el aumento del fraude para cobrarlo. En Almería, este enero, el gasto fue de 24 millones, uno más que en 2008. Pero entonces había 31.700 parados, y hoy 63.000. El fraude sigue el camino contrario, crece. Proliferan empresas ficticias que simulan relaciones laborales por decenas. Lo mismo es una de Alicante que parece haber contratado a tres personas de Adra, que una de Roquetas que hace lo mismo con 30 mujeres gallegas. Los días justos para cobrar el paro. En esta España del Lazarillo de Tormes, la necesidad de unos sirve a la picaresca de otros. La lucha contra el fraude debe ser firme e intensificarse. Pero, además, si el sistema de protección a quienes queriendo trabajar no pueden, ayudando a mejorar su capacidad de regresar al empleo, y proporcionando unos ingresos mínimos, no alcanzara solo a la mitad de los parados, la comprensión social hacia el fraude sería menor y su erradicación más eficaz.

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