Luz de cobre

Antonio Lao

Energías renovables

LA apuesta decidida de las administraciones por las energías renovables -solar y eólica- debe situar a Almería como referente andaluz. El respaldo que la Junta de Andalucía acaba de dar al Centro de Energías de Almería, a construir junto a la Plataforma Solar de Tabernas, es el mejor exponente del futuro que nos aguarda, -en un sector que casi acaba de llegar-, en la vanguardia de la innovación y con el que debemos aprender a convivir en los próximos decenios.

El Parque Eólico de Enix, hasta hace unos años lugar de visita obligada por exótico, diferente, extraño y con un punto de futurista, ha dado paso un cambio radical del paisaje provincial, en el que las nuevas tecnologías han invadido las montañas más ventosas y en el que las placas solares son ya los huertos del futuro, en el que los campos de cereales o los bancales de frutales quedan sólo en la retina de los más mayores.

Aerogeneradores, molinos o gigantes, según los vea Sancho Panza o Don Quijote, forman ya parte de nuestra cotidianidad y se extienden, como una mancha de aceite, a la búsqueda de aligerar la factura petrolera, avanzar en la reducción de emisiones contaminantes a la atmósfera, hasta alcanzar el 15% de producción de energías limpias que la Junta de Andalucía contempla en el Plan Energético de Andalucía.

La provincia de Almería, dentro de la parrilla de salida en la que se han convertido los proyectos energéticos limpios, debe ocupar la pole. No cabe otra opción y tampoco interpretaciones de bajo calado que acaben por relegarnos a un segundo plano.

Nos sobra materia prima -sol y viento- para liderar una revolución de energías limpias desde la provincia más oriental de Andalucía, la más desértica y una especie de rosa de los vientos capaz de digerir un nuevo paisaje de aspas y placas solares para producir tanta energía como necesitemos e, incluso, exportar.

Un nuevo maná que se suma a la tradición innovadora de esta tierra. Nos reinventamos una y otra vez, surgimos de las cenizas de las minas para acercarnos a la agricultura tradicional fotografiada en la uva de mesa y, cuando fracasó, llegaron los cultivos bajo plástico para sacarnos del atolladero económico.

Ahora, cuando la horticultura parece haber tocado techo, somos de nuevo vanguardia de tecnología, -esta vez limpia- energética. Sacaremos todo el partido, pero si se nos asegura apoyo institucional iremos un paso más allá. Provocaremos un nuevo valor añadido e incorporaremos al carro a aquellos que han hecho de la necesidad una virtud; de la pobreza capacidad supervivencia y de una idea desarrollo y valor añadido.

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