Engaños y timos

Nos encontramos con ofertas para recuperar la salud y de alguna forma siembran esperanzas en los afligidos

Supongamos que compro un dentífrico que me promete dejarme los dientes como la nieve; o un detergente que deja la ropa que es la envidia de mis vecinos. Lo compro, y no aparece la blancura prometida. Tengo derecho a enfadarme porque es un pequeño timo que me ha costado un poco de dinero. Pero tampoco es gran cosa. Simplemente he sido engañado por la publicidad. Posiblemente no sea cuestión de ir a los tribunales. Esto me enseñará a no ser un incauto y a no fiarme de la publicidad. Porque la publicidad nos rodea y aunque las autoridades nos digan que procurarán estar al tanto para evitar fraudes y engaños no consiguen erradicarlos. Sin embargo, no todas las circunstancias son tan leves como las descritas. Hay situaciones en las que no se ventilan asuntos tan inanes. Supongamos, y no es una simple suposición, el caso en el que alguien está enfermo de muerte; supongamos sobre todo que se trata de un joven enfermo de cáncer, y sus padres se encuentran con la consiguiente desesperación. Comprendo que en esos momentos los padres recurran a cuantos procedimientos les lleguen por cualquier camino, intentando evitar lo que parece inevitable. No les reprocharía yo en modo alguno que visiten curanderos o santones, o que busquen algo que dicen que parece que en alguna ocasión permitió que alguien superara el cáncer. Puede tratarse de una clínica (privada por supuesto) que dispone de un novísimo procedimiento, o simplemente de una página de internet en el que anuncien el remedio. En los dos casos nos encontramos con algo que, normalmente, resulta muy caro. Cualquier padre, cualquier madre, se empeñarían hasta las cejas por conseguir ese remedio. Normalmente son un fraude. ¿Qué podemos pensar en estos casos? Nos encontramos con ofertas para recuperar la salud y de alguna forma siembran esperanzas en los afligidos. Pero pronto se muestra que son unas esperanzas vacías y que solo consiguen que la caída sea más dura, y que la familia acabe con un quebranto económico a veces insuperable, porque son "remedios" que no cubre la seguridad social. Los otros se han llevado el dinero y es lo único que les importa, sin mirar las consecuencias que están originando. ¿No habrá manera de hacerlas desaparecer? ¿Se trataría en ese caso de una vulneración del derecho a la libertad de expresión? ¿Se podría pensar que es una publicidad engañosa y gravemente perjudicial que debería acarrear sanciones penales?

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