Epicuro kepos

La presidencia del Jardín era rotativa y las mujeres la desempeñaban igual que los hombres

En la democracia de la Grecia antigua las mujeres no tenían tan siquiera estatus de ciudadanos; eran consideradas igual que los esclavos o los niños, no tenían derechos jurídicos o políticos y se les trataba durante toda su vida como menores de edad. Hasta el mismo momento de su muerte estaban sujetas a la autoridad de un tutor, que siempre era un hombre. Peor suerte podían correr incluso las heteras, cortesanas que habían recibido educación y eran vistas como un mero objeto de placer. Las heteras vivían en las casas junto a las esposas legítimas, pero a diferencia de las últimas corrían el riesgo de ser maltratadas; ninguna esposa legítima podía por ley ser violentada por el hombre de la casa, pero una hetera sí podía sufrir sus tratos ofensivos. En la Atenas helenística, el único lugar donde las mujeres eran tratadas en plena igualdad con los hombres se encontraba a las afueras de la ciudad: el "Jardín" de Epicuro, una escuela filosófica que tenía como principal cometido la búsqueda de la felicidad mediante el disfrute controlado de los placeres y el cultivo de la amistad. Con treinta y cinco años, Epicuro fundó su Jardín allá donde la ciudad lindaba con el campo; una casa rodeada de un huerto mediterráneo (kepos) integrado por árboles frutales, olivos, verduras, flores... En la casa se escribían los textos filosóficos y en el jardín se realizaban tertulias y esparcimientos con los discípulos. La vida que allí se desarrollaba cultivaba la igualdad entre todos los moradores, fuese cual fuese su condición o estatus social, y los lazos de amistad en un ambiente muy austero, pese a las acusaciones de libertinaje o sensualismo que, casi desde el principio, recibió el Jardín epicúreo. Allí las mujeres, como los esclavos o cualquier otra persona, filosofaban igual que los hombres y eran tratadas con idéntico respeto. La presidencia del Jardín era rotativa y las mujeres la desempeñaban igual que los hombres. Ha trascendido, por ejemplo, la época en la que una hetera condujo y presidió el Jardín; su nombre era Leontion y al parecer escribió varias obras filosóficas muy reconocidas después por Cicerón. El Jardín fue un ejemplo que, desgraciadamente, no cundíó después en nuestra civilización y sigue teniendo un poder reivindicador de una vigencia aplastante.

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