Carta del Director/Luz de cobre

La Feria recupera un día

Aquellos que impulsaron cambios sin sentido, absurdos y atendiendo a la crisis como árgumento fácil, se equivocaron

L A Feria de Almería recupera un día. La que es por antonomasia la gran fiesta de esta tierra, la que nos vende como pueblo al exterior y atrae a miles de turistas en agosto, camina en los últimos años en un mar de dudas, del que nadie parece o quiere sacarla.

El alcalde de la ciudad, Ramón Fernández Pacheco anunciaba, cuando cumple un año de mandato, que casi volvemos a los orígenes: el alumbrado regresa al viernes, día que nunca debió perderse, porque no tiene sentido desperdiciar medio fin de semana, jornada de salida por excelencia, y luego vegetar en los días valle como son el lunes o el martes de Feria y, si me apuran, hasta el miércoles.

He escrito en alguna ocasión y lo mantengo que jamás debimos perder ni una sola de las señas de identidad de nuestra Feria y Fiestas en honor a la Virgen del Mar. Aquellos que impulsaron cambios sin sentido, absurdos y atendiendo a la crisis como argumento fácil, se equivocaron de principio a fin. La fiesta, desde entonces, se ha movido a bandazos, en despropósitos y escasos aciertos, en la misma medida que se perdían las casetas nocturnas y se agrupaban con no se yo que argumentos de ruido, cuando la noche festiva son decibelios, desorden ordenado, cambios de ánimo y, sobre todo, ambiente.

Cuando la edición de este año terminaba, y ante el fiasco que fue, desde el Ayuntamiento se apresuraron, con buen criterio, a anunciar una comisión que fuera capaz de hilvanar lo que sería una Feria remozada, adaptada a los nuevos tiempos y manteniendo, como no puede ser de otra manera, cada uno de los aspectos que la hacen diferente a cuantas se desarrollan por la amplia geografía nacional.

He de reconocer que me las prometía felices. Llegué a pensar que, por una vez, las cosas se harían con tiempo, lo que significaba criterio, seriedad y posibilidad de sumar y restar hasta lograr la "cuadratura del círculo". Está visto que me equivocaba. Ha pasado casi medio año y estamos como la principio, aunque he de valorar que el anuncio del alcalde abre una espita de esperanza. Entiendo o quiero entender que hasta la primavera hay tiempo suficiente y más que razonable para planificar. Es evidente que los cambios han de madurarse primero, para luego ser aceptados sin grandes sobresaltos. Parece claro que el regreso al pasado en las formas, con un halo de modernidad, pueden ser el sendero por el que caminar en el futuro.

Los nuevos tiempos demandan soluciones rápidas, inteligentes y adaptadas a los gustos que los ciudadanos exigen. Lo contrario nos llevará, lamentablemente, a un lento pero paulatino declive que nadie quiere, ni pretende. No hay nada peor que ver como una llama se extingue, tener maderos para avivarla, y por la inercia negativa, la ineptitud manifiesta o la falta de deseo, se apague para siempre y Ella, de la Feria, que es de quien hablamos, pase a ser un recuerdo.

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