El muro de la rambla

Pedro Asensio

Fusiones y absorciones

CON frecuencia se recurre a la teoría económica de la eficiencia para justificar la fusión o absorción de una determinada entidad financiera. A propósito de la presumible unión entre Unicaja y la Caja de Castilla la Mancha, muchos políticos lanzan entusiastas soflamas en favor de una dimensión idealizada de activos, cifras de negocio, oficinas comerciales… dando a entender que todo lo que crece nos ha de llevar por la buena senda, hasta alcanzar el mínimo en la curva de costes medios, y por ende, un óptimo en términos paretianos (reconozco que no son esas palabras las que emplean, pero no puedo evitar deslizarme por la terminología economicista, abandonando así la burda y a menudo denostada retórica política). Este enfoque, a todas luces sencillo y simple, no está exento de múltiples interpretaciones y derivaciones que la literatura económica se ha encargado de desentrañar en las últimas décadas.

En efecto, la existencia de factores de mercado exógenos a las funciones lineales que relacionan coste y producción (tasas de eficiencia), e incluso la aparición de una frontera de ineficiencia, una vez atravesada una dimensión determinada, nos lleva a concluir que ese efecto beneficioso no siempre se produce. Es fácil comprobar que en el ámbito financiero, eficiencia y tamaño no mantienen una correlación exacta.

En estos días, los medios de comunicación muestran esa terrible injerencia del poder político en el sistema financiero español, en particular, en las cajas de ahorros. Hasta los periódicos de color salmón parecen haber renunciado a la información económica para adentrarse en las guerras de partido. Resulta bochornoso comprobar cómo el debate se centra en saber dónde estará la sede de esa gran caja, si en Málaga o en una capital manchega; o esos dirigentes de la Junta que, sin sonrojo, nos tranquilizan porque esta fusión será un paso más para el nacimiento de la GRAN CAJA ANDALUZA, de la que llevan hablando la friolera de 27 años.

Convendría reconocer que detrás de todas estas operaciones se esconden intereses políticos puros, cercanos a las moquetas de los consejos de administración, donde muchos vocales ven la oportunidad de seguir manteniendo el estatus de retribuciones que caracteriza a estos puestos, sin olvidar un "nuevo abanico de posibilidades" que se abre con las sociedades industriales participadas. Posiblemente, esta fusión haría desaparecer algunas "sombras", un tanto incómodas, en los balances de la caja castellana; y es ahí donde la alta política entra en escena con total descaro.

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