LA Generalitat gastó 32 millones de euros en informes externos durante el pasado año. Aparentemente es mucho dinero, pero todo depende de la calidad y necesidad de los informes y la solvencia de sus autores. Teniendo en cuenta estos criterios, yo no diría que en este caso 32 millones es mucho. Yo diría que es muchísimo, demasiado, una pasada.

La verdad es que las administraciones se pirran por encargar informes. No hay cargo público que se precie que no empiece su mandato ordenando que se hagan estudios sobre las materias de su competencia. Parecería razonable si no fuera por las circunstancias que concurren. Primero, nunca consideran que el funcionariado a su servicio, que suele ser numeroso, tenga capacidad suficiente para realizarlos. Desconfían de la cualificación del personal bajo su mando y confían, en cambio, en asesores, técnicos y consultoras ajenas a la función pública que, por casualidad, se sitúan ideológicamente en la órbita del partido o los partidos gobernantes. Hay clientelismo y amiguismo a manos llenas.

Segundo, se adjudican informes que son verdaderas chuminadas. O resultan innecesarios o se basan en una simple recopilación de datos extraídos de fuentes al alcance de cualquiera (técnica de cortar y pegar) o enmascaran subvenciones destinadas a pagar servicios prestados o por prestar. La Consejería de Agricultura catalana, por ejemplo, abonó 28.000 euros por un trabajo de seguimiento de la almeja brillante y 12.000 por otro sobre el cultivo de chufa. También encargó un estudio del murciélago nana, aunque éste salió mucho más barato; supongo que los responsables comprendieron la relevancia menor de esta especie dentro de la fauna de Cataluña. El Instituto Catalán de la Mujer solicitó a una empresa la redacción de diez argumentos para el fomento de juguetes no sexistas, a 1.194 euros por argumento. El Departamento de Salud, por su parte, invirtió 82.000 euros en una campaña de prevención de caídas de pacientes ingresados, que también son ganas: tal vez habría bastado con explicar al personal sanitario y a los familiares de los enfermos del peligro que supone para éstos caerse en el hospital.

Es curioso. Mientras más engordan las burocracias de todos los organismos más externalizan éstos sus servicios. A más funcionarios menos funciones propias y más contrataciones fuera. ¿Contratan inútiles a sabiendas o les sobra el dinero que siguen reclamando al Estado para las necesidades que no cubren y lo dedican a informes pintorescos que guardarán en el cajón o en el disco duro de las cosas inútiles? Cataluña entera arde en deseos de conocer en qué estado se encuentran la almeja brillante y el murciélago nana.

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