Los andaluces hemos recordado esta semana cómo nuestra comunidad logró su autonomía, a través de un movimiento social que comenzó en las calles de las capitales andaluzas el 4 de diciembre de 1977 y que culminó con el referéndum el 28 de febrero de 1980. Nos convertimos así en la cuarta región española que obtuvo el reconocimiento de su identidad histórica y el derecho al autogobierno, con amplios poderes legislativos, ejecutivos y judiciales, similares a los del resto de comunidades históricas de España.

Desde entonces, Andalucía ha ido creando su propia identidad sobre las políticas sociales, la apuesta por una sanidad y una educación públicas de calidad, y el rechazo a la privatización de servicios públicos que promueve la derecha. La sanidad pública recibe uno de cada tres euros del presupuesto de la comunidad y este año ha contado con casi 10.000 millones, 500 más que anterior.

Las políticas socialistas siguen reforzando el Estado del Bienestar, donde otros ven negocio, y Andalucía viene aportando 1.100 millones cada año para que se puedan prestar los servicios establecidos en la Ley de la Dependencia, 10.000 millones en total desde su entrada en vigor. Mientras que el Gobierno de Mariano Rajoy sigue sin pagar el 50% al que por Ley está obligado, aquí un Ejecutivo socialista apuesta por la construcción de este cuarto pilar del Estado del Bienestar, como elemento también de riqueza a través del empleo. El Gobierno del PP aporta solo un 20% a la Dependencia y, de cada diez euros con los que se cubren los servicios a las personas dependientes, ocho salen de los presupuestos de la Junta de Andalucía. Debemos felicitarnos de los logros conseguidos en estos 37 años de autonomía, el periodo más próspero de nuestra historia, gracias al desarrollo económico y de infraestructuras, y tenemos que seguir impulsando todo nuestro potencial para luchar contra el desempleo. Además, los socialistas creemos que es el momento de avanzar hacia un nuevo modelo de Estado para que todos los españoles puedan sentir que comparten un mismo proyecto social y político, por la vía de un modelo federal, con servicios públicos de calidad, autogobierno y una financiación adecuada. Diversidad e igualdad son compatibles porque nos enriquecen y hacen fuertes.