Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Il divo Diego

En Nápoles se ha liado la de Dios es Maradona porque protagonizará un 'show' en un templo de la ópera italiana

El teatro San Carlo de Nápoles -al parecer uno de esos templos sagrados de la ópera italiana- será el escenario del showTre volte 10 (Tres veces 10), con Maradona como protagonista, y enseguida se ha liado allí la de Dios es Maradona, o Maradona es Dios, o lo que sea (creo que ha trasmutado más en rollizo angelote de Murillo). A mí nunca me pareció divino, sino un fullero que sabiendo jugar muy bien a la pelota metió un gol con la mano y todos los macarras fliparon. Sí, ya sé que después vino el otro gol, excelso, pero al demostrar que era capaz de hacer eso no hizo sino extender la mancha del anterior. No le hacía falta la trampa. Como él había algunos en el patio del colegio: gordinflas retacos, también zurdos, que andaban sobre la punta de los pies y hacían posturitas chulescas cuando la tocaban con un estilo fardón y petulante. En fin...

Bueno, pues eso, que Maradona, según algunos críticos airados, va a usurpar unas tablas que no fueron hechas para el "entretenimiento basura", sino construidas para algo mucho más elevado que meter un gol, ya sea con la mano o con el orto. De todas maneras, la ocasión propiciará que algunos pisen por primera vez -y probablemente última- un teatro. Por lo que sé, unos pocos, los aficionados auténticos, connoisseurs del belcantismo, van a la ópera a sentir emociones que sólo ésta les depara; otros muchos han ido en un ataque de novelería, igual que cuando han acudido a una corrida en la Maestranza, a una zambomba de Jerez, a los carnavales de Cádiz y a un concierto de Madonna como si no hubiera un mañana sólo para no ser sorprendidos en una reunión sin haber hecho algo que ya han hecho los demás; y otros -para los que Otelo es una marca de colonia- han ido, van e irán por la irresistible fuerza de esas dos cosas que tiran más que dos carretas y por cuya atracción son capaces de ir también, aunque les importe un bledo, a una corrida en la Maestranza, a una zambomba de Jerez, a los carnavales de Cádiz y a un concierto de Madonna.

Y así ha terminado pasando con todos los recintos, sean sagrados o no, y con muchos espectáculos, tengan calidad o no valgan un huevo. La gente va ya a todas partes. Hacen cola para visitar una catedral y cuando están dentro lo que más le atrae es sentarse en un confesionario, entran en un museo y cuando salen comentan lo modernos que son los baños. Y Madonna no les gusta pero las luces les parecieron acojonantes. Ahora en Nápoles muchos irán al teatro de la ópera a ver a Maradona. Tal vez les cante aquello de "¡Que la chupeeeeeen!".

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