Editorial

Innovación y calidad agrícola

La viceconsejera de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía, Eva Cano, ponía ayer el listón de la agricultura de esta provincia muy alto. Aseguraba que el sector -y no le falta razón- es calidad e innovación y "lo daremos a conoc er a todos" (sic). Sin embargo no rehuye los problemas a los que se enfrenta y que van desde las ayudas a los agricultores, su agilización para que puedan percibirlas en tiempo y forma, la crisis de precios, la comercialización y la unificación de criterios en la producción, aunados en la Interprofesional, para caminar en la misma senda y en la defensa de intereses comunes. Con ello, por ejemplo, se consigue mantener una postura de fuerza frente a las presiones, que las hay, de las grandes superficies comerciales y la entrada de productos de países terceros. A estas alturas en Andalucía deben conocer la capacidad que tiene esta provincia para generar riqueza y empleo desde la agricultura, con el máximo aprovechamiento de los recursos hídricos, las más modernas tecnologías (a las que siempre hemos estado abiertos) y a la capacidad de innovar y emprender de la que hemos hechos siempre gala. No es mala propuesta reconocer que somos calidad e innovación. Tampoco lo es que intentemos, en la medida de lo posible y de los recursos de los que dispongamos, exportar el llamado "modelo Almería". A buen seguro que nos dará prestigio en el exterior y redundará en nuestra propia autoestima. No es oro, sin embargo, todo lo que reluce dentro de un sector que factura más de dos 2.000 millones de euros al año y que ha hecho que el empleo en esta tierra esté entre los más bajos de las provincias de España. Los temas de Almería, por tanto, deberán ser tratados con cariño (dice la viceconsejera). No se puede esperar otra cosa, máxime cuando los responsables de la administración son almerienses. Pero no es suficiente. A las cosas, además de cariño, hay que sumarles trabajo, coherencia y gestión eficaz (que la habrá). Y a partir de aquí, hablemos.

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