Intelectuales y sosias

Aplaudo a los intelectuales que se manifiestan en Barcelona contra la "independencia súbita y al margen de la democracia"

Admiroal intelectual implicado que labra y cultiva su libertad de criterio frente a tanto confusionismo doctrinario, tanta algarabía cientificista y ante tanta soberbia del poderío de toda calaña que siempre se rodeó de cerebritos que lucieran para domesticarlos con prebendas de ocasión y así alumbrarse con el ingenio amancebado. Pero es esta, la del intelectual, una fauna rara, nada fácil de autenticar ni menos aún de delimitar. La amplitud del término mismo, intelectual, como persona que se dedica a trabajos que requieren el empleo de la inteligencia, según el M. Moliner, resulta inane para la tecnocrática sociedad actual. Ortega les atribuyó un matiz crítico ontológico al decir que no se es intelectual para los demás, sino para sí mismo, a pesar de sí mismo, contra sí mismo, irremediablemente, y que la mayoría de los que andan por ahí alardeando de tales, no lo son, sino que actúan como sosias. Y el conspicuo N.Chomsky, los identifica con esa minoría instruida, defensora de la justicia, capaz de enfrentarse, con valor e integridad, al poder y a los responsables del adoctrinamiento de los jóvenes. Así aspira a separarlos de ese otro colectivo de instruidos beatos del poder, que acaparan o asesoran a éste, gestionando la alienación del pueblo raso. El distingo es útil, sin duda. Y tiene solera histórica, porque aunque siempre existió esa elite más culta que rica, articulando justicias, cohesiones ético morales y doctrinas ideológicas, el dudoso prestigio moderno de la voz intelectual, se vincula con E. Zola y su defensa de A. Dreyfus en la Francia de 1898. Y digo dudoso porque quienes lo apoyaron, se vieron denostados por el sempiterno y mayoritario grupo de eruditos progubernamentales. Nada nuevo en la inexorable coexistencia, áspera, del intelectual séptico y sumiso al poder frente al aséptico y analítico, que razona y contagia críticas frente a los abusos, a pesar de su precaria ganancia económica o social. Y desde tales resabios conceptuales permitan que hoy, precisamente hoy, exprese mi fervoroso aplauso a la implicación de los centenares de intelectuales que se manifiestan en Barcelona contra la "independencia súbita y al margen de la democracia", con la que el nacionalismo institucional totalista, y sus sosias intelectuales, viene envenenando a los ciudadanos de aquella tierra. Su diáfano destello intelectual, es el faro que señala la vía de la redención. Espero.

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